14/02/2024
El INDEC difundió que la inflación de enero fue del 20,6% y sigue en repliegue. El problema es que también se retrae el consumo y se van cayendo las ventas.
Un problema muy serio que tiene la administración del gobierno es que la canasta de alimentos continúa presionando al alza. En términos anuales la canasta alimentaria tiene un crecimiento del 296,4%. No es algo que no pueda demostrarse, incluso, de manera empírica. Alcanza con dar una vuelta por el supermercado o cualquier otro comercio del rubro alimentario para advertir que los precios se triplicaron, en solamente un año.
Así y todo, el impacto también se refleja en el indicador de
pobreza. Por ejemplo, una familia tipo necesitó $596.823 para no ser pobre y
$285.561 para no ser indigente.
Las expectativas también juegan un partido aparte, y se puede advertir en el informe que elabora el Banco Central de la República Argentina (BCRA) basado en el promedio de las estimaciones que elaboran las consultoras privadas.
En este caso, el primer Relevamiento de Expectativas del
Mercado (REM) del año del Central, publicado en los últimos días, mostró que
los economistas que participan de este sondeo calcularon una inflación mensual
de 21,9% para enero (-3,1 puntos porcentuales respecto al REM anterior).
La buena noticia es que, a pesar de que siguen siendo
números muy altos, para febrero estimaron una inflación mensual de 18% y para
el año de 227%. Si se cumpliera esa métrica los números empezarían a
descomprimir la presión sobre los salarios, con claridad neta. Y si se
equivocaran y la medición oficial fuera inferior, como pasó en enero, el
Gobierno podría empezar a darse por satisfecho.
Un 2024 frío y pesado
El año en curso estará caracterizado por el enfriamiento de
la plaza. Es decir, que el mercado tendrá menos actividad porque el consumo
será más restrictivo. Con esa visión a la vista, y de cumplirse el pronóstico,
hay dos elementos para esperar: una baja importante de la inflación de manera
paulatina y constante pero, también, un incremento en las necesidades de las
personas, dado que no dispondrán del suficiente recurso económico para afrontar
los gastos corrientes.
En el anterior gobierno de Alberto Fernández eso se resolvía
con emisión monetaria. Pero la gestión de Javier Milei no está dispuesta a
repetir la receta. Por lo tanto, el interrogante pasa por descubrir de qué
manera el Gobierno soportará la crisis de dinero que tendrán los argentinos
mientras los datos de la macroeconomía empiezan a emparejarse. Ahí estará la
virtud, entendiendo que el sacrificio será grande y que los costos de llevar
adelante una medida de tales características debiera ser el menor posible, para
que al final del camino más sean los argentinos que hayan dejado de soportar el
peso de la crisis.
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