21/08/2024

opinion

De estabilización y expectativa

Por
Matías Frati

Inflación y dólar suelen ser dos caras de una misma moneda llamada economía nacional. Ahora, con datos post enfriamiento, los números empiezan a generar margen para creer que puede haber una recuperación real al final del año.

El plan de estabilización ejecutado por el Gobierno desde el inicio de la gestión funcionó. Eso es así, y se puede verificar en el retroceso de la inflación, por un lado, y del valor del dólar en el mercado paralelo, por el otro.

Sobre estos dos puntos hay dos datos que se desprenden y que acompañan ese análisis. Que algunos precios de los bienes de consumo empezaron a retroceder. Y que el dólar también comenzó a encontrar una plataforma de operaciones con menores cambios.

¿Qué fue lo que sucedió? El mercado actuó como regulador natural de las cosas. Los alimentos, que entre diciembre y enero subieron de manera desmesurada tuvieron que retroceder ante la caída de la venta. Los billetes, a los que se les había agregado una inflación esperada muy alta, tuvieron que bajar cuando muchas personas que tenían ahorros en dólares empezaron a vender para pagar sus compromisos.

En ese simple universo doméstico se puede advertir un rasgo de la Argentina contemporánea: la especulación. Esa que siempre se menciona en cada momento de la vida política de nuestro país, que acompañó a muchos de los gobiernos y que suele definírsela como una "mano negra" de vaya uno a saber quién, pero que está presente en los procesos económicos de las últimas décadas.

Con la especulación como actor fundamental de la vida cotidiana el primer semestre del 2024 cerró con una foto mejor de lo que se esperaba al inicio de la gestión del actual Presidente Javier Milei. Aunque nadie puede descartar que no vuelva a descompaginarse el guion de la obra y los papeles vuelen por los aires de una noche para la mañana del día siguiente.

Por ahora, entre algodones, los indicadores de la macroeconomía van respondiendo a las necesidades de encausar el proceso y poder asegurar que hubo un plan de estabilización -doloroso, por cierto- pero que se pudo implementar con evaluación positiva.

¿Controlado el monstruo?

Datos son datos. Y para eso basta con mencionar algunas de las variables que empiezan a esperarse para los próximos meses, que serán clave de cara a las chances de contar con un 2025 de buena performance para las familias argentinas.

Un reciente relevamiento elaborado por FocusEconomics, al que tuvo acceso este medio, indica que las expectativas del precio del dólar hacia fin de año bajaron con respecto a la última medición. Ahora, las proyecciones que hacen casi una veintena de bancos y consultoras dan cuenta de un precio de $1.233 en el segmento del dólar mayorista, que es el que regula el oficial. Hace tres meses el mismo dólar se esperaba que costara $ 1.276.

Para los jugadores del mercado la política es importante. Por ahora, esperan ver que reacciones se producen con las medidas que entraron en vigencia en agosto, por el blanqueo de capitales, y cuanto interés logra captar el Estado entre aquellos que pueden introducir dinero a la economía real. La otra mirada está puesta en la reducción del impuesto PAIS, que se espera pueda concretarse en septiembre.

La decisión del Ministerio de Economía de bajar el impuesto que pesa sobre el dólar tiene dos consecuencias: menor recaudación del impuesto y menos tensión sobre el costo de los insumos y productos importados.

Desde el Gobierno saben que van a resignar ingresos por el aporte que el impuesto PAIS genera en la recaudación tributaria, pero apuestan a que se logre una baja en los precios de la economía que ayuden a controlar la inflación. Es un arma de doble filo, sí, porque si los precios no bajan y la recaudación cae el Estado debería asumir que la jugada no salió bien, y encima resignando ingresos que en la actualidad están garantizados.

Pymes en la encrucijada

Para finalizar con la imagen actual, varios son los sectores privados que van observando una pérdida de puestos de trabajo intensa y reducción de los emprendimientos, como el caso de las pymes.

Hace pocas horas, una entidad empresarial, la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales (ENAC), cuyo titular de la organización es Leo Bilanski, hizo declaraciones en una radio del Conurbano donde dijo que desde que asumió el gobierno actual se perdieron más de 10.000 pequeñas y medianas empresas.

Todo hace recordar al contador de pymes que cerraban que utilizaba el ex presidente Alberto Fernández durante la campaña electoral de 2019. Más allá de aquello, es cierto que la presión económica impacta sobre las pymes como tal vez no lo haga sobre otros sectores. En especial por la carga en el pago de servicios y, sin dudas, por la recesión en el mercado interno, donde los trabajadores son los que van retrayendo el consumo al no tener disponibilidad de gasto.

Esperando la revancha

Hacia el futuro, las perspectivas son buenas, pese a que la foto actual parece dar un panorama sombrío de la realidad. Si bien la gente suele preguntarse ¿qué va a pasar? lo que ocurrirá es altamente probable que no sea lo que la mayoría imagina desde la mirada presente. Es decir, aplica aquí aquello de que el 91,4% de las cosas que imaginamos nunca van a pasar, aunque nuestro cuerpo crea que sí ocurren. Eso nos genera ansiedad y estrés. Pero lo más probable es que dentro de lo que sí ocurrirá es que la Argentina contará con superávit comercial este año, reducirá el gasto interno, bajará la inflación paulatinamente y acomodará los precios internos, logrando una recuperación de lo perdido para el año que viene -de unos 3 a 5 puntos del PBI- y hasta pueda crecer también 2 puntos más en términos comparativos contra el 2024.

En ese contexto, la clave es esperar a que los números empiecen a reflejar esa mejora, pero, sobre todo, confiar en que una vez estabilizada la economía deberá empezar a notarse la recuperación desde el Interior del país hacia la Capital Federal. Un proceso que se ha dado muchas veces antes y que ahora es casi seguro que se repetirá.


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