23/08/2024
Las detonaciones, los gritos y el constante peligro son parte del paisaje cotidiano en un barrio que ya no aguanta más.
El
barrio Sara María Furman, en Bariloche, se ha convertido en un hervidero de
temor e indignación. El Penal 3, enclavado peligrosamente cerca de viviendas y
escuelas, ha transformado la vida de los vecinos en una pesadilla constante.
Mariana
Valenzuela, una de las residentes más afectadas, denunció en Noticiero Seis la
alarmante situación que sufren día a día.
"Cada
tanto hay motines y fugas, y lo peor es que los presos se escapan saltando por
nuestras casas, rompen chapas, se esconden en los patios. Vivimos con miedo,
sin saber qué podría pasar en cualquier momento", expresó Valenzuela con
una mezcla de angustia y furia.
Las
detonaciones, los gritos y el constante peligro son parte del paisaje
cotidiano en un barrio que ya no aguanta más.
El
Penal 3, una institución obsoleta y abandonada, lleva más de 60 años sembrando
el pánico en la zona. Con el crecimiento del barrio, la cárcel ha quedado en el
corazón de la comunidad, rodeada de casas y escuelas, lo que, según los
vecinos, es una bomba de tiempo. "Este penal quedó fuera del sistema, ya
no debería estar aquí, pero nadie parece querer hacer algo al respecto",
denunció Valenzuela, reflejando el sentimiento de impotencia que invade a los
habitantes.
Pero
la inseguridad no es el único problema. El estado deplorable de la
infraestructura del penal también es motivo de queja. "En verano, el olor
que sale de las cloacas es inaguantable, nos asfixia a los que vivimos cerca y
a quienes esperan el colectivo. Es un infierno vivir así", relató
Valenzuela. El penal, pequeño y decadente, no solo genera un clima de
inseguridad, sino también condiciones inhumanas para los reclusos, lo que
aumenta las probabilidades de nuevos intentos de escape.
Y
como si todo esto fuera poco, las propiedades cercanas al penal han visto caer
su valor estrepitosamente. "Las inmobiliarias ya ni quieren vender aquí, y
las pocas propiedades que se ofrecen están a precios de risa. Es una zona
donde no se puede pensar en construir nada grande, nadie quiere invertir donde
el peligro acecha en cada esquina", lamentó Valenzuela.
En
medio de este infierno, el intendente Walter Cortés, envuelto en su propio
escándalo por violencia de género, se muestra incapaz de responder a los
desesperados pedidos de los vecinos. Mientras Bariloche se convierte en una
olla de presión que está a punto de estallar, los escapes de delincuentes se
suman al clima de inseguridad que amenaza a una ciudad turística llena de
jóvenes celebrando su viaje de egresados.
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