La era dorada de Boca, con la dirección técnica de Carlos Bianchi, derivó en que, años más tarde, muchos futbolistas que integraron el ciclo decidieran iniciar una carrera como entrenador a raíz de la influencia y los conocimientos tácticos que incorporaron cuando fueron dirigidos por el Virrey.
Luis Amaranto Perea solo se desempeñó en la institución de La Ribera durante la temporada 2003-2004, pero fue el tiempo suficiente para dejar su huella en el club y participar en las conquistas de dos títulos: el Torneo Apertura 2003 y la Copa Intercontinental del mismo año, donde la víctima fue el Milan de Carlo Ancelotti en la final disputada en Yokohama, Japón.
El colombiano, que durante su etapa en el Xeneize estuvo bajo las órdenes de Bianchi, reveló que anhela comandar a Boca desde el banco en el futuro: “Soy hincha de Boca y en el futuro me veo dirigiendo al equipo. Siempre fui un soñador y por suerte la mayoría de las cosas que me propuse pude conseguirlas, así llegué a jugar en clubes importantes“.
El ex lateral derecho, que se retiró de la actividad profesional a finales de 2015, también se desempeñó en Independiente Medellín (1999-2003), Atlético Madrid (2004-2012) y Cruz Azul (2012-2014), donde desarrolló su última aventura. Luego de permanecer en libertad de acción durante una campaña, decidió colgar los botines.
En su etapa en el Xeneize, el colombiano conquistó el Apertura 2003 y la Copa Intercontinental del mismo año.
En la actualidad, tras haber tomado las riendas del Cadete C de las Divisiones Inferiores del Colchonero (2018) y de Itagüi Leones (2018-2019) de su país natal, trabaja como ayudante de campo de Julio Comesaña en Junior de Barranquilla.
“De Bianchi me sorprendía la capacidad para analizar al rival, eso generaba mucha confianza porque lo que te decía en lo previo después se cumplía en la cancha. Siempre respaldaba mucho al jugador y eso nos permitía jugar con confianza“, recordó el ex defensor, de 41 años.
Perea, que disputó 26 partidos en Boca, analizó su paso por el fútbol argentino. “Boca es sinónimo de intensidad, de estar bajo presión, de alegría, de todo lo bueno que le puede pasar a un jugador. Yo no tuve la suerte de disfrutar de Boca como me hubiese gustado, jugué apenas un año, poco tiempo, pero competencias importantes y tengo los mejores recuerdos“, concluyó.
