En medio de un rebrote de casos positivos de coronavirus que golpea nuevamente a los países de Europa, Francia anunció el regreso al confinamiento, desbordados por una segunda ola de contagios. El presidente Emmanuel Macron anunció que, a partir de este viernes, el país francés comenzará con la cuarentena domiciliaria, pero en esta oportunidad habrá menos restricciones que en el mes de marzo, es decir, cerrarán todos los lugares que reciben público, pero los colegios y liceos mantendrán sus puertas abiertas.



Actualmente, Francia tiene una tasa acumulada de 629 contagios por cada 100.000 habitantes, en tanto en España se sitúa en 452 infectados. Mientras la economía francesa se resiente, la desesperación de los habitantes crece y es cada vez más notoria. A esto ahora hay que sumarle el malestar social por los recientes ataques terroristas. Precisamente, esta mañana, un hombre atacó con un cuchillo en el interior de la Basílica de Notre-Dame de I’Assomption de Niza, provocando la muerte de tres personas y varios heridos.



Sin ir más lejos, días atrás, en otro ataque terrorista decapitaron a un profesor que hablaba a sus estudiantes sobre la libertad de expresión. Hoy Francia es un país que se encuentra en plena tensión, entre la realidad de una segunda ola de la pandemia y la amenaza inminente del islamismo radical. En un nuevo capítulo en su presidencia, Macron decide encerrar a los franceses luego del confinamiento total realizado en primavera. La estrategia de los test y el rastreo no funcionaron como se esperaba. Tras un verano en el que la mayoría se relajó y bajó la guardia, el repunte de la pandemia pone en cuestión la gestión de la desescalada o desconfinamiento, que dirigió el actual primer ministro, Jean Castex. Ahora bien, la amenaza terrorista es más compleja que la capacidad para proteger a los franceses ante la pandemia sin que las desigualdades aumenten ni que haya sentimiento social de injusticia.



El pasado 2 de octubre, Macron presentó mediante un discurso un plan contra el “separatismo islamista”. Trasciende dentro de la derecha y la extrema derecha, críticas por la supuesta laxitud gubernamental ante el islamismo radical, pero pocas propuestas más allá de medidas drásticas posiblemente inconstitucionales. En medio de este marco, el presidente busca el modo de perseguir a quienes difunden proclamas extremistas y a quienes, amparándose en la lucha contra la islamofobia, predican el odio.
Según pudo averiguar Mundo Poder, un hombre vinculado a la Fuerza de Seguridad de París asegura que en Francia están más preocupados por los ataques terroristas que por la pandemia en sí. Quizás las medidas de confinamiento y toque de queda que toma Macron no precisamente tengan que ver con el COVID-19. El presidente espera otros ataques terroristas autóctonos de “menor costo”. De hecho, desde el Gobierno están cerrando Mezquitas y quitando personería a ONG anti-islamofobia en toda Francia.
Está bien que el estado francés reaccione frente a la agresión sistemática de las sectas islamistas a la sociedad francesa, la influencia de estos sectores demuestra a un estado dentro del estado. Pero también es evidente que en algunos países se pone como excusa a la pandemia de coronavirus por temas que tienen que ver con la política interna.