Gastón Velásquez, era un hombre de 33 años que no tenía hisopado positivo, pero sí padecía un único síntoma compatible con coronavirus: fuertes mareos. Su pareja, Raquel Chaparro, al ver que su marido se empezó a sentir mal llamó seis veces a la obra social y otras tres al SAME, llegaron las ambulancias, pero increíblemente ninguna arrancó. Gastón murió luego de tres horas de agonía frente a su edificio ubicado en Lugano
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El hombre había comenzado a tener síntoma compatible con la enfermedad que continúa arrasando en todo el mundo y, por esta razón, su pareja no dudó en llamar al médico. Tras varios intentos para lograr comunicarse, las ambulancias llegaron a su domicilio ubicado en la localidad de Lugano. Bajaron a Gastón en la silla de ruedas y lo recostaron en una camilla de atención privada, pero curiosamente no recibió atención y murió.
«El médico llegó y dijo: ‘COVID, COVID, COVID, hay que trasladarlo’. Yo le insistía que él haga algo y me decía que no, que no tenía dónde llevarlo que había que esperar. No lo atendió en ningún momento. Lo dejó morir«, lamenta Raquel en tanto apunta al "abandono de persona" por parte del médico del cual sospecha que su acción se llevó a cabo por miedo al contagio y a otras eventuales responsabilidades
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«Yo no sé por qué no lo atendió a un paciente que estaba desmejorando de a poco cada vez más en esa ambulancia. Puede ser eso o no, lo único que vamos a probar es que un médico no actuó como tal. No intentó salvar una vida«, indicó el abogado de Chaparro, Sergio Volman.
Horas después del deceso, y con la autorización de la familia, el cuerpo de Gastón fue cremado. No se podrá conocer la causa real de su fallecimiento, ni tampoco si había estado infectado o no.
Gastón trabajaba en un local de fotocopias y había iniciado una relación con Raquel hacía 9 años, luego se casaron en el 2018 y se mudaron juntos en un edificio ubicado en Avenida Escalada al 2500 donde sucedió lo acontecido.
«Con la demora que hubo, luego vino el enfermero y lo llevaron en silla de ruedas hasta la ambulancia, lo pusieron en la camilla y lo dejaron así, sin asistirlo. Durante tres horas esperamos dentro de la ambulancia. Yo insistí varias veces para que lo vieran, aunque sea que lo trasladaran a una guardia si no había camas, pero me respondían ‘No podemos hacer nada, es sospechoso de COVID’, ‘Nos tienen que autorizar’«, exclamó Raquel.
Por otro lado señaló que tanto el enfermero como el doctor, desde que subieron a Gastón a la ambulancia, «nunca bajaron ni lo vieron». «Estaba a su lado y veía que no estaba bien. Hasta que de repente abrió sus ojos, le hablé y no me respondió. Ahí le digo al doctor: ’Por favor, ¿qué le pasa en los ojos?’. Recién ahí salieron y lo vinieron a ver. Pasaron unos minutos y me dijeron que falleció… pasaron unos minutos más y me dijeron que tenían que bajarlo y dejarme el cuerpo de nuevo en casa«, relató.

Al comunicarles el deceso y la idea de volver a entrar el cuerpo al departamento, Raquel no lo permitió
. «Querían desligarse del problema. A Gastón lo abandonaron antes, cuando no lo atendieron, y querían proseguir accionando así cuando ya estaba muerto«, sostuvo el letrado.
La investigación, por parte del fiscal penal, contravencional y de faltas porteño, Aníbal Brunet, se centra en dos hipótesis: si existió el delito de abandono de persona o si se trató de un caso de omisión de auxilio. En tanto en el allanamiento a la empresa de ambulancieros se obtuvieron elementos claves para la causa, los celulares del médico que llegó a la casa de Gastón. En el transcurso de la próxima semana se realizarán los peritajes para ver mensajes y llamadas. Sin embargo hay otro punto que podría ser determinante: el sistema de geolocalización privado, para saber si la ambulancia estuvo casi cuatro horas estacionada en la puerta del edificio de Gastón y Raquel.
Del lado de la querella, presentarán imágenes de las cámaras de seguridad de la Ciudad y llamarán como testigo a un policía que estaba en esa cuadra y se acercó cuando llegó la primera ambulancia.