Argentina desregulada

Oftalmólogos denunciaron la situación de crisis que sufren. Quieren una desregulación que los alcance. Explican que las prepagas suelen generar condiciones de posición dominante sobre los prestadores. Se sienten asfixiados por el sistema. Reclaman celeridad en la solución. Tienen una mirada sectorial -como todo en un país corporativo con éste- pero justifican sus posiciones con datos.

El Gobierno nacional viene desregulando diferentes sectores de la economía. Mejor dicho, sectores de la vida social de los argentinos.

A principio, se pensaba que todo pasaba por anuncios que tardarían en llegar a plasmarse en resultados concretos. Algunos tal vez así sea, otro no tanto. Y las acciones impacten más rápido de lo que se cree.

Por otro lado, están los sectores que reclaman a viva voz ser desregulados, mientras otros piden que se sostengan aquellos factores que los encuadraron en distintas situaciones. En la salud, puntualmente, esto se nota con claridad.

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Con el prisma de un mismo color

Un reciente trabajo realizado por la Cámara de Medicina Oftalmológica (CAMEOF) pone enfoca con claridad lo que le pasa a ese sector de profesionales médicos. Dicen que "durante el gobierno kirchnerista -refiriéndose a la gestión de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner-, pandemia de por medio, con todas las discrecionalidades que la caracterizaron, los financiadores (generadores de fondos) tuvieron incrementos en sus ingresos y los prestadores quedaron atrasados en el período 2019-2023, en el caso de oftalmología un 235%".

La situación no se solucionó con el cambio de Gobierno, y con la gestión del presidente Javier Milei el problema se agudizó: "durante el actual Gobierno y a pesar de distintos anuncios que tienden a la desregulación, los prestadores oftalmológicos seguimos profundamente atrasados en el valor de la consulta cuyo retraso asciende a más del 300% y en caso de las cirugías oftalmológicas deberían actualizarse entre el 280% y en algunos casos hasta el 400%, como por ejemplo las cirugías vitroretinales complejas", denuncian desde CAMEOF.

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¿Por qué se llegó a esto?

Las causas para haber alcanzado este estadio son concurrentes.

En primer término, el incremento a tasas geométricas de la estructura de costos. La oftalmología, es una especialidad absolutamente atada a la tecnología y los costos de inversión, mantenimiento y amortización de equipos como todos los insumos están atadas a la evolución del dólar. Las variaciones cambiarias de diciembre a la fecha, la escasez de insumos y sobrevaluación en algunos casos producto de lo anterior es determinante en el aumento de un factor central en la estructura de costos.

A aquello hay que adicionar la inflación y las paritarias que terminan de completar las causas que fundamentan el incremento de los costos. Por ejemplo, "montar un consultorio básico implica una inversión no menor a U$S 30.000. El valor de los equipos que realizan estudios complementarios necesarios para una atención relativamente normal entre 50.000 y 200.000 dólares en promedio y el caso de un quirófano tipo con un volumen constante de pacientes trabajando de lunes a viernes, el costo de acostar un paciente sin considerar prótesis, medicamentos y descartables, ni salarios del personal que interviene en el acto quirúrgico, asciende a no menos de $350.000". Estos números surgen de un estudio multicéntrico que concentra datos de las principales instituciones oftalmológicas del país que se actualiza trimestralmente.

La segunda causa esta referida al atraso en la actualización de valores o aranceles vigentes ya que los financiadores sean obras sociales o prepagas, desconocen esta realidad para los oftalmólogos descripta anteriormente. Sumado a plazos de pagos de entre 90 y 180 días de diferimiento en algunos casos, transforman el valor actual de las prestaciones considerando el valor del dinero en el tiempo y el devenir inflacionario en cifras miserables. Ejemplo, "una de las principales prepagas del país -dicen CAMEOF- paga la consulta médica en Capital Federal y Gran Buenos Aires $ 5.000, que percibidos a 120 días significan $ 3.960,47. Del estudio multicéntrico realizado por CAMEOF que fuera citado, se establece para un volumen razonable y para amortizar un consultorio básico pagando alquiler, tarifas, impuestos y el sueldo de una secretaria y demás gastos, que la consulta no debería pagarse menos $ 35.000 sin diferimiento a un volumen dado".

Y rematan diciendo que "regulado o desregulado el sistema tiene resortes donde la posición dominante de los intermediarios del sector asfixia financieramente a los prestadores, en algunas especialidades esas unidades asfixiadas financieramente y con serios problemas económicos por esta razón, son comprados por financiadores que se integran hacia delante, comprando centros de diagnóstico, parte de otras prepagas, o parte de institutos como el cardiovascular de Buenos Aires".

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Achicar la pecera

Sin dudas, las regulaciones hicieron demasiado daño. Pero hay que aclarar que, sin ellas, muchos argentinos tampoco hubieran tenido la posibilidad de acceder a servicios esenciales, como el de la salud. O tal vez hubieran quedado sujetos a recalar en el sistema público recargado y mal gestionado en manos del Estado.

Desregular puede ser sano para la competencia. Pero habrá que equilibrar y compensar. Sin esto último, fundamentalmente, será demasiado crudo el paso de un estadío al otro. Y para, aunque muchos lo nieguen, todavía la presencia del Estado es fundamental para evitar costos mayores.