17/03/2025
Argentina exportó 305 millones de dólares en oro en mayo de 2024, pero las mineras apenas pagaron un 3% en regalías, mientras el precio del oro se disparó un 73,4 % interanual. Con exenciones fiscales por 30 años, sin auditorías y con un sistema de autodeclaración que nadie controla, Eduardo Elsztain y las corporaciones extranjeras se llevan el botín sin dejar nada. El país nada en oro, pero se ahoga en pobreza. ¿Cuánto más seguirá este saqueo legalizado?
Por: Melina Schweizer
Argentina se desangra en oro. No es una metáfora poética, sino una tragedia real que ocurre bajo nuestros pies. Millones de onzas del metal precioso son extraídas de las entrañas de San Juan, pero la riqueza no se queda. Se evapora en cuentas bancarias extranjeras, en las manos de magnates que nunca pisarán las calles polvorientas donde los mineros arriesgan sus vidas. Y en el centro de esta danza de cifras y privilegios, un nombre brilla con el fulgor de un lingote recién fundido: Eduardo Elsztain, el nuevo zar del oro argentino.
Dicen que la fortuna no se hace trabajando, sino sabiendo dónde invertir. Elsztain lo sabe bien. Dueño de IRSA, magnate inmobiliario y jugador de peso en la agroindustria, ha expandido su imperio al sector minero con una voracidad que haría sonrojar a los antiguos conquistadores. Con una inversión de 6.600 millones de dólares australianos, se convirtió en el mayor accionista de Challenger Gold, la empresa que explota la mina de oro Hualilán en San Juan. Pero no es su única apuesta. También preside Austral Gold, controla la mina Casposo y ahora maneja un entramado de inversiones que le garantizan el dominio sobre la extracción y procesamiento del oro argentino.
Hualilán, ubicada en el departamento de Ullum, es una joya en bruto: 2,8 millones de onzas de oro equivalente, con un núcleo de 1,6 millones de onzas de alta pureza. La tierra prometida de cualquier especulador minero. Elsztain la ha conseguido con el respaldo de un gobierno que, en nombre de la inversión extranjera, entrega las riquezas nacionales en bandeja de plata-o, mejor dicho, de oro.
El RIGI y la nueva maniobra impositiva para blindar la fuga de riqueza
La clave de este festín dorado se llama Régimen de Impulso a las Grandes Inversiones (RIGI), un marco legal que permite a las empresas extranjeras extraer recursos sin pagar impuestos por 30 años. Bajo este paraguas, Barrick Gold y Shandong Gold ya han explotado Veladero sin dejar más que migajas. Ahora, Elsztain y su Challenger Gold seguirán el mismo camino. Las exportaciones de oro crecieron 37 % en 2024, generando 2.753 millones de dólares. ¿Cuánto de esa fortuna quedó en Argentina? Apenas lo suficiente para justificar comunicados de prensa sobre el "desarrollo de la industria".
Mientras tanto, el oro se cotiza por encima de los 2.950 dólares por onza. Un negocio redondo para quienes manejan los hilos del extractivismo, pero una maldición para un país que se conforma con mirar cómo sus tesoros desaparecen. Argentina tiene dos de las 25 minas de oro más grandes del mundo, pero no controla ninguna. Veladero está en manos canadienses y chinas, Cerro Moro es explotada por Pan American Silver, y ahora Hualilán entra de lleno en la órbita de Elsztain.
Como si esto no fuera suficiente, el Registro Fiscal de Actividades Mineras ha sido modificado recientemente por la Resolución General 5663/2025 de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero. En un movimiento que parece hecho a medida para los grandes jugadores del sector, se ha ampliado la posibilidad de exclusión de retenciones de impuestos a las ganancias y al valor agregado para empresas mineras y sus proveedores. Es decir, no solo la extracción se lleva adelante sin tributar, sino que incluso las operaciones internas del sector se blindan de la fiscalización estatal. Una trampa legal que transforma la evasión en una política de Estado.
El saqueo legalizado: lo que extraen y lo que pagan
Según los datos oficiales, las mineras extranjeras que operan en Argentina extraen miles de millones de dólares en oro y otros minerales, pero lo que pagan en concepto de regalías es irrisorio. Mientras las exportaciones mineras de oro alcanzaron los 305 millones de dólares en mayo de 2024, el total de regalías pagadas por las compañías en varias provincias no superó el 3 % del valor en boca de mina. Comparado con otros países como Chile o Perú, donde las regalías progresivas y la tributación sobre las utilidades mineras permiten una mayor captación de recursos, Argentina sigue funcionando como un paraíso extractivista donde las empresas se llevan todo sin aportar al desarrollo del país.
La falta de controles: ¿quién supervisa lo que realmente se extrae?
Uno de los mayores escándalos del modelo minero argentino es la autodeclaración de exportaciones por parte de las propias compañías mineras. No existen mecanismos de auditoría efectivos para verificar cuánto mineral se extrae y cuánto realmente se exporta. Las empresas informan sus propias cifras de producción y ganancias sin que el Estado tenga una estructura de fiscalización eficiente que permita corroborar la veracidad de esos datos. Esto abre la puerta a la subfacturación, la evasión y la fuga de recursos que nunca son contabilizados en las arcas del país. Mientras tanto, la riqueza del suelo argentino sigue desapareciendo sin que nadie pueda exigir responsabilidades reales.
El precio del oro se dispara, pero Argentina sigue perdiendo
El valor del oro en Argentina ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. En el primer trimestre de 2025, la cotización del Argentino Oro alcanzó los 629.046,78 pesos, un incremento del 61 % en un año respecto al primer trimestre de 2024, cuando se ubicaba en 389.094,34 pesos. Si se compara con 2023, el aumento es aún más dramático: en el primer trimestre de ese año, la cotización era de apenas 74.910,21 pesos.
Mientras el precio del oro alcanza cifras récord, Argentina sigue sin capturar los beneficios de esta escalada. Según el informe de exportaciones mineras de junio de 2024, el oro representó el 80% de las exportaciones mineras en mayo de ese año, alcanzando los 305 millones de dólares, con un incremento interanual del 73,4 %. Sin embargo, debido a las exenciones fiscales, esos ingresos no se traducen en beneficios para el país.
Argentina vs. Chile y Perú: el peor negocio minero de la región
Para dimensionar el desastre económico que representa el actual modelo minero, basta con comparar a Argentina con sus vecinos. Según un informe de la Secretaría de Minería, Argentina generó 4.060 millones de dólares en exportaciones mineras en 2023, mientras que Chile exportó 52.460 millones de dólares, más de 12 veces la cifra argentina. En términos de aporte al PBI, la minería en Argentina representó 0,8 %, mientras que en Chile llegó al 11,9 %.
El informe también expone cómo los regímenes fiscales en Chile y Perú capturan mucho más valor para el Estado. En Argentina, las regalías sobre el valor boca de mina rondan el 3 %, mientras que en Chile y Perú existen regalías progresivas y otros impuestos específicos que incrementan significativamente la recaudación estatal. Esto significa que, mientras Argentina prácticamente regala su oro, Chile y Perú lo convierten en una fuente genuina de ingresos públicos.
San Juan, la tierra prometida (para unos pocos)
La provincia de San Juan se ha convertido en el epicentro de la minería argentina. El gobernador Marcelo Orrego aprobó en 2024 la Declaración de Impacto Ambiental de Hualilán, permitiendo que el saqueo continúe con respaldo institucional. Este es el primer proyecto aurífero aprobado en 17 años, un dato que debería encender alarmas, no aplausos.
Elsztain no solo extrae el oro, sino que también controla su procesamiento. Casposo, la mina que ya tenía en su poder, será el centro neurálgico donde se procesarán 150.000 toneladas anuales del mineral de Hualilán. Para remodelarla, recibió un crédito de 7 millones de dólares del Banco de San Juan, propiedad de la familia Eskenazi. En otras palabras, financiamiento local para garantizar que los lingotes sigan saliendo del país.
¿Riqueza para quién?
El discurso oficial insiste en que la minería genera empleo y crecimiento. Pero en San Juan, donde la minería representa el 58,4 % de los ingresos provinciales, la pobreza sigue siendo un flagelo. La extracción de oro no se traduce en mejores salarios, en hospitales equipados ni en escuelas con tecnología de punta. Se traduce, eso sí, en fortunas privadas que engordan cuentas en el extranjero.
Argentina produce 35 toneladas de oro al año y las exportaciones mineras podrían triplicarse en los próximos años. Pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿riqueza para quién? Mientras los titulares celebran nuevas inversiones, el país sigue hipotecando su futuro. Las empresas mineras extranjeras ya controlan el 100 % de la producción aurífera. Los políticos siguen firmando acuerdos que garantizan que nada cambie. Y el pueblo argentino sigue mirando, impotente, cómo su tierra se vacía de riquezas.
Un modelo que se repite
La historia de Argentina está marcada por la entrega de sus recursos. El oro en el siglo XIX, el petróleo de YPF en los '90, el litio en la actualidad. Ahora, el oro de San Juan se suma a la lista de riquezas que se esfuman sin dejar más que promesas incumplidas. Eduardo Elsztain es el rostro visible de este nuevo capítulo del saqueo. Pero detrás de él, hay una estructura de poder que sigue funcionando con la misma lógica de siempre: extraer, vender y repartir beneficios entre unos pocos.
Mientras el mundo se disputa los metales preciosos, Argentina sigue siendo la mina de otros. Un país con riquezas extraordinarias que ha elegido, una vez más, ser el espectador de su propio despojo.
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