18/03/2025
El escenario es inédito, pero bastante lógico si se observa la escena completa. Aún con los indicadores de inflación en su nivel más bajo en años, la economía de las familias atraviesa el peor momento casi desde la crisis del 2001. El consumo masivo está planchado porque los costos fijos (tarifas y servicios) hasta triplican a la inflación anual; y los salarios, bastante por debajo del IPC y acumulando pérdida en los últimos dos años, no les dan márgen alguno a los hogares ni para comprar lo mínimo. Así, el mayor indicador del funcionamiento o no de la micro, sigue en terapia intensiva.
Un informe privado
al que accedió Página I12 muestra cifras de impacto, que contrastan con la
lectura que el Gobierno hace de la situación económica general. El primer dato
que introduce el trabajo de la consultora Pulso Research, que da una idea
general, es que 69,4 de los consultados resignaron algún consumo el último mes.
Dentro de esas restricciones, además, sorprende que 6 de 10 contestaron que lo
que dejaron de consumir fueron Alimentos y Bebidas, es decir, productos que se
necesitan para la vida básica. Esto es lo último que cae en cualquier crisis,
tanto que ni en el peor período reciente, el de Macri en 2018, se vieron estas
cifras.
Pero el combo que plantea la encuesta es aún más complejo cuando se ve que el proceso de restricción del consumo viene acompañado de otros tres indicadores de riesgo: el primero, que el 39 por ciento de las familias dejaron de pagar, además de lo que recortaron en canasta básica, 'impuestos o servicios' durante el mes de febrero. Esto es central porque es lo que ha subido muy por encima de la inflación. Dentro de ese item no sólo hay luz, gas y agua, sino también prepagas, telecomunicaciones y otros servicios.
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En segundo lugar,
Pulso reportó que el 47 por ciento dijo 'haber aumentado mucho o bastante
su nivel de deuda para hacer frente a los gastos del hogar'. Este diario
publicó, la semana pasada, que en los últimos meses, 5 de cada 10 compras en
supermercados se hicieron con tarjetas de crédito, en detrimento de la caída en
el uso de débito y efectivo.
El tercer punto
serio, en tanto, aporta una duda que también se ve en otros sondeos de opinión
y que se posicionó en el top 3 de los mayores problemas sociales. El 50 por
ciento de los consultados manifestó 'haber tenido miedo de perder su
trabajo en el último mes'. La preocupación por el desempleo se instaló, en
todas las encuestas, en el segundo lugar, reemplazando a la inflación.
Naturalmente, esta
postal global ordena conceptos en la discusión que hay en el país sobre los
indicadores de inflación. Lo primero que clarifica es que la baja del IPC no
necesariamente redunda en una mejora del poder de compra de los salarios, tal
la idea que tiene el presidente Javier Milei. Lo segundo es que no sólo los
salarios están planchados o, en algunos casos, con subas muy moderadas; sino
que los precios -tanto de servicios como de bienes- quedaron extremedamente
elevados para la potencialidad de sueldos que tienen las familias.
El sueldo es más débil que la carne
En las encuestas de
opinión, incluso en aquellas que juntan datos sobre el escándalo $Libra con
datos de la economía, se perciben todos los datos que se ven previamente. La
gente tiene en la desinflación un elogio más vinculado a la estabilidad, pero
no hay una sensación de crecimiento del poder adquisitivo del salario.
De hecho, el
trabajo de Pulso, desglosa en dónde se dan los recortes en los gastos de las
familias, y es casi transversal, hay un ajuste generalizado. El problema es que
lo que más se cortó fueron Alimentos y Bebidas, con un 39,4 por ciento
asegurando que ahí se restringió. Además, 17 por ciento aseguró que dejó de
comprar carne, lo que totaliza un 60 por ciento cortando el gasto en el rubro
de canasta básica.
En el segundo
escalón aparece el recorte en 'Salidas en general', donde se listan
restaurantes, teatros, cines, etc, con el 21,9 por ciento admitiendo que ya no
hace ese tipo de gastos. Asimismo, el 13,7 por ciento dejó de comprar
Indumentaria.
Qué ajusta cada rango etáreo
La encuesta midió
cómo reaccionan al ajuste familiar cuatro rangos etáreos, desde los 16 a los
mayores de 65 años. En todos, el mayor ajuste en las compras se dio en
Alimentos y Bebidas. Naturalmente, en los jubilados es algo menor que en el
resto: entre los mayores de 65, el 35 por ciento aseguró reducir en comida.
Mientras que entre los que van de los 16 a 65, el 40 por ciento redujo en el
rubro.
En ese contexto,
hay un dato importante: en el rango que va de 30 a 49 años, es decir, gente
joven que presuntamente tiene hijos y familia constituida, el segundo item que
más recortaron es 'la compra de carne'. Es el único rango que tiene
en segundo lugar a ese item, el resto (de16 a 29; del 65 para arriba y de 39 a
65) apuntan que el segundo mayor recorte son 'salidas en general'.
En el caso de los
jubilados, otro dato que impacta es que un 8,2 por ciento admitieron que
recortaron el gasto en medicamentos, otro de los items que han subido muy por
encima de la inflación anual. También, los mayores de 65 consultados reportaron
que 3 de 10 de ellos dejaron de hacer salidas recreativas. Claramente, el
ajuste que el Gobierno de Milei generó sobre las jubilaciones dejó a los
pasivos como a uno de los sectores más dañados de la sociedad.
El mito de están 'todos de
vacaciones'
La firma Pulso
Research incluyó en su encuesta un capítulo que evalúa que hizo la sociedad con
el tema vacaciones. Preguntaron si '¿usted viajó o tiene pensado viajar
por vacaciones?'. El 49,4 por ciento admitió que 'no suelo
viajar', mientras que 27,8 por ciento se sinceró y destacó que no tiene
pensado viajar, 'aunque suelo hacerlo'.
Es decir, casi 8 de
10 admitieron que no salieron ni saldrán de vacaciones. De ese total, casi 3 de
10 afirman que la crisis les pegó y no pueden salir de vacaciones. Solo el 16
por ciento, es decir, menos de 2 de 10, aseguran que sí salieron o saldrán.
A continuación,
consultaron sobre '¿dónde viajó o tiene pensado viajar? Aquí es
interesante la respuesta, porque el 62 por ciento aseguró que a 'destinos
de Argentina', y el 31 por ciento a 'destinos del exterior'. Es
decir, en el corto márgen de gente que se va de vacaciones, la cantidad que fue
al exterior es poca ya en relación a la poca gente que dice salir de
vacaciones. Esto enmarcado en la sensación de éxodo general al exterior,
aprovechando el tipo de cambio congelado artificialmente por el Gobierno. Por
razones obvias, si la gente no está pudiendo comprar alimentos básicos, menos
aún podrá gastar en otros bienes más caros o bien vacaciones.
Ahora bien, de los
que fueron al exterior, Brasil se lleva casi todos los turistas, que hacen allí
casi un 'deme dos'. El 47,6 de los que viajaron al exterior fueron al
país vecino; mientras que el segundo destino más elegido fue Europa, con un 23
por ciento. Detrás de eso, el 10 eligió el Caribe, el 4 Chile y el 3 Uruguay.
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