El festejo del fiscal Ramiro González: Un cumpleaños polémico que pone en debate la ética pública

Este lunes, un video que comenzó a circular en redes sociales trajo a la luz un ostentoso festejo de cumpleaños, protagonizado por el fiscal federal Ramiro González. La celebración, realizada el miércoles pasado en el Salón Rut de la costanera porteña, coincidió con su 60º aniversario. A través de las imágenes, el fiscal es visto bailando en un escenario iluminado, en una fiesta aparentemente costosa y con todos los elementos de un evento de alto nivel, incluyendo la actuación del cantante Cristian Castro, quien ofreció un pequeño show durante la velada.

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Según diversas fuentes, el evento contó con 190 invitados y un costo por cubierto que ascendió a 180.000 pesos, lo que implica un gasto base cercano a los 34 millones de pesos. Esta cifra generó revuelo, especialmente en los círculos judiciales, donde varios prefirieron no opinar sobre el tema, mientras que otros se limitaron a señalar la incomodidad de la situación.

Sin embargo, algunos especialistas del sector de eventos relativizaron el impacto de la celebración. Aseguran que, aunque la ambientación era de lujo, lo que se vio en el video podría ser interpretado como una fiesta "normal", con efectos visuales y el uso de drones para destacar un "producto". Según estos testimonios, no se percibieron muestras de ostentación excesiva, aunque las imágenes del salón fastuoso, los bailarines profesionales y el diseño del cotillón daban otra impresión.

Solo por el cubierto de los 190 invitados, el costo base rondó los 34 millones de pesos; hubo bailarines, músicos y cantó Cristian Castro, del que se hizo cargo Guillermo Coppola; todo, aseguran, se pagó por transferencia.

Fuentes cercanas al fiscal argumentaron que la fiesta fue organizada con meses de antelación y que los pagos se realizaron en varias etapas, comenzando en junio y ajustándose a la inflación. De acuerdo con estas versiones, todo el gasto se financió mediante transferencias desde la cuenta sueldo de González, quien planea abonar el último tramo tras recibir su aguinaldo.

Aunque se destacó la presencia de un banquete sencillo con sándwiches de carne, se subrayó que el evento se realizó un miércoles, sin mesas fijas, como un intento de atenuar las críticas sobre su opulencia.

El fiscal, que ocupa diversos cargos en el ámbito judicial, como titular de la fiscalía federal N°7 y la Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos contra el Medio Ambiente (Ufima), también es conocido por su relación con figuras influyentes. Entre los invitados a su fiesta estuvieron la jueza María Servini de Cubría, el empresario del juego Daniel Angelici, el ministro de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti, y el juez Ariel Lijo. La presencia de Cristian Castro, por su parte, fue un regalo de Guillermo Coppola, amigo cercano de González, quien organizó la actuación como una sorpresa.

Este evento, que parecía destinado a permanecer en la esfera privada, se volvió un tema de debate público tras la filtración del video, lo que dio pie a una serie de especulaciones, especialmente debido a la asistencia de figuras vinculadas con la justicia electoral y el ámbito judicial.

El escándalo se intensificó aún más cuando el ex espía Fernando Pocino compartió el video en su cuenta de X, acompañado de un comentario irónico: "Yo quiero ser fiscal cuando sea grande". La presencia de varios integrantes de la Sala I de la Cámara de Casación, vinculados con la causa Cuadernos y que habían intervenido en decisiones relacionadas con el empresario Angelo Calcaterra, también alimentó rumores sobre posibles influencias y favores políticos en el festejo.

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A raíz de la controversia, voces de distintos sectores judiciales recordaron lo estipulado en el Código de Ética Pública, que exige que los funcionarios públicos desempeñen sus cargos con "austeridad republicana". Este principio, que implica la necesidad de ser ejemplares en el manejo del patrimonio público, se ha convertido en uno de los puntos más debatidos en relación con la fiesta de González, especialmente en un contexto de creciente desconfianza hacia las élites políticas y judiciales.

El Código de Ética Pública y la austeridad republicana

El Código de Ética Pública, en su inciso b del artículo 2, exige a los funcionarios públicos actuar con "austeridad republicana", junto con honestidad y probidad, en todos los aspectos de su desempeño. Este principio, que subraya la importancia de la humildad en el ejercicio del poder, se pone en tela de juicio cuando la ostentación de un funcionario trasciende la esfera privada y se convierte en un foco de atención pública. En este caso, el cumpleaños de Ramiro González se ha convertido en un claro ejemplo de cómo la ética pública y la percepción social pueden entrar en conflicto ante eventos de esta magnitud.

A medida que se sigue debatiendo sobre el tema, muchos se preguntan si este tipo de celebraciones es compatible con las expectativas de un funcionario judicial y si su comportamiento no vulnera la confianza pública en las instituciones. La polémica, lejos de desvanecerse, sigue ocupando un lugar central en la agenda mediática y política.