24/07/2024

opinion

Ingenuidad Epistémica

Por
María del Pilar Carabús, Abogada, Comunicadora y Escritora, MBA

Hipnotizados por los hechos, por el acontecer inmediato, la contingencia nos tiene atrapados en un rumbo sin espacio para la reflexión. Podría llamarse abstracción por la verdad.

En este intento de sintonía por el cambio de época, nos vamos quedando sin conexión con la memoria emotiva, para empezar a vivir de la palabra vacía.

En una disfuncionalidad aceptada, la falta de apego a la norma moral refracta en una sociedad que no distingue, simplemente se deja llevar.

Promover otras voces, dar a conocer otros tonos, quizá porque el esquema de Integración diagramado hace siglos: Imperios Fundadores, Herederos e Invitados dejó excluido a todo aquel que no perteneciera. Claro está que más de la mitad de la población mundial grita por una integración.

Uno de los tres máximos referentes de la filosofía de la sospecha-Nietzsche nos dice: "todo aquel que tiene un porqué es capaz de soportar cualquier cómo".

Desde la biología la percepción se transforma en una configuración conductual de objetos. Es decir que, si seguimos construyendo una realidad tecnológica en base a la contingencia, el mundo podría morir de éxito.

Si el éxito es el único margen posible en esta nueva dialéctica del lenguaje big data, ¿significa que estamos entregados a una evolución que avanza sin reflexión?

Desde las ciencias sociales sabemos que los datos no hablan por sí mismos, son mudos, hay que interpretarlos, para ello es necesario hacernos preguntas sobre el sentido y el significado. Sin ese proceso empezamos a nadar en una ingenuidad epistémica aberrante, donde la realidad se constituye ficticiamente en base a las crónicas diarias, cuya superficialidad relata la nada misma.

Explicar la divergencia entre datos y conducta es el desafío. Luis de Molina decía: sabemos que las personas pecan, pero no ¿el por qué?

El mundo social es contingente decía Aristóteles, conviven en él la contingencia, lo imposible y lo necesario.

Siempre hay otra forma posible en lo imposible, sin embargo, como la realidad carece de una legalidad intrínseca, sólo una sociedad consciente es capaz de ayudarse a sí misma.

El papel fundamental de la crítica tiene que ser el personaje principal.

Estamos perdiendo de vista el reconocimiento del sufrimiento del otro.

¿Dónde está la recuperación de lo universal?, esa crítica de Kant sobre la razón y sus límites.

Pareciera ser que «el cambio climático» convirtió esta galaxia en una isla abarrotada de bruma, donde la verdad muere.

¿Tiene lugar hoy el universalismo de las ciencias sociales? ¿Podemos cómo ciegos pretender reivindicarnos prescindiendo del contexto?

La realidad social es un cóctel de facticidad y normatividad.

En esta mala intención de la burguesía de emular a la aristocracia, se perdió la honestidad de los modelos a seguir, alejándonos de los ideales. Flaubert lo describe muy bien en su obra.

Digamos que el aferrarnos a la contingencia para construir realidad nos lleva indefectiblemente al abismo.

Lo que no vemos de nosotros, ejercicio primordial a desarrollar como potencial.

En este estruendoso devenir social actual, debemos sentarnos a formular nuevas bases para conseguir un equilibrio entre lo transitorio, lo fundamental y lo necesario, que propicie un progreso inclusivo. Una balanza que no sea pura especulación de mercado.

No podemos dejar que una corporación, institución o persona jurídica, inserte un mensaje tan perverso como el decir: "que cobraremos un sueldo por existir", porque eso sería crear una tiranía comunista, capitaneada por la inteligencia artificial y sus asociados.

El desajuste del orden social entre la estructura y la perspectiva de Comte tiene que estar en la mesa como discusión para llegar a un propósito realista que no nos autoexilie.

Vislumbrar nuestros propios límites es la gran batalla a dar- del bienestar particular nace el bienestar universal.

Darnos cuenta que los seres humanos existimos en diferentes ecosistemas conversacionales que generan realidad y riqueza es un pilar básico. Cuanto más conversaciones posibles allá afuera, más combinaciones futuras de evolución y diversidad podrán ser puestas en escena. La sociedad para su fertilidad y prosperidad necesita un terreno previamente abonado.

Quitarnos entidad pretender un sistema único, es matar los billones de propósitos humanos. Nuestra especificidad es lo que nos distingue, esa que hace que no haya una esencia igual a la otra, esa que genera energía suficiente para no copiar el disfraz del otro, o al menos, la que pretende mejorarlo.

No nos olvidemos que Darwin bajo el mito de la seguridad, con su teoría de supervivencia del más fuerte, solo logró la ejecución de los más grandes genocidios.

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