20/04/2025
Más allá del chocolate y las sorpresas, los huevos de Pascua tienen un origen ancestral ligado a rituales paganos, espiritualidad y renacimiento. Una costumbre que se reinventa cada año sin perder su simbolismo.
Un símbolo ancestral que trasciende el tiempo
Cada domingo de Pascuas, millones de personas en Argentina y el mundo repiten un gesto cargado de historia: regalar huevos de chocolate. Aunque para muchos es una tradición familiar o una golosina esperada, pocos conocen los significados profundos que encierra esta costumbre.
Desde la antigüedad, el huevo fue un símbolo de fertilidad, renacimiento y vida. Civilizaciones como la egipcia creían que el ave Fénix renacía de un huevo tras ser consumida por el fuego, mientras que en la cosmogonía hindú se pensaba que el universo surgía de un gran huevo primordial.
Estas creencias, cargadas de espiritualidad, luego se conectaron con la simbología cristiana de la Pascua.
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De los huevos pintados a los de chocolate
La conexión directa entre los huevos y la Pascua se consolidó en la Europa medieval. En esa época, se acostumbraba regalar huevos de gallina o pato durante las festividades religiosas.
Con el tiempo, la Iglesia Católica impuso la prohibición de consumir huevos durante la Cuaresma, los 46 días previos al Domingo de Resurrección. Por esta razón, las familias los almacenaban y luego los compartían al finalizar el ayuno como símbolo del regreso de la abundancia y la vida nueva.
Para conservarlos, se cubrían con cera líquida, práctica que dio origen a la tradición de pintarlos y decorarlos. Esta costumbre evolucionó con los siglos, y ya en el siglo XIX, en países como Alemania, Francia e Italia, surgieron los primeros huevos de Pascua de chocolate, algunos incluso con pequeñas sorpresas en su interior, lo que los volvió irresistibles para los niños.
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Conejos. Además de los huevos, en Pascuas se suele consumir conejos de chocolate.
El conejo de Pascua y su vínculo con la fertilidad
Otro personaje infaltable en estas celebraciones es el conejo de Pascua. Aunque a primera vista su relación con los huevos parezca curiosa, tiene raíces similares. En varias culturas del hemisferio norte, el conejo representaba la fertilidad y se lo asociaba con la llegada de la primavera.
Además, según algunas leyendas populares, "un conejo estuvo presente en el sepulcro de Jesús durante su resurrección", lo que lo convirtió en parte del imaginario pascual y de muchas tradiciones familiares, especialmente en el mundo occidental.
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Tradición, espiritualidad y creatividad en una misma celebración
Con el paso del tiempo, muchas de las reglas estrictas del ayuno pascual fueron suavizadas, pero el espíritu de compartir huevos de chocolate se mantuvo intacto. Hoy, esta tradición se renueva con creatividad: desde grandes piezas decoradas hasta versiones mini con juguetes en su interior, pasando por propuestas artesanales de autor.
Lo cierto es que los huevos de Pascua han dejado de ser solo un dulce: son una expresión cultural que reúne lo ancestral, lo religioso y lo festivo. Una costumbre que, generación tras generación, sigue uniendo a familias en una fecha cargada de simbolismo.
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