20/02/2025
Por
Matías Frati
Pasaron los días y el escándalo por la Libra sigue siendo uno de los temas de la agenda mediática. La política encontró un punto de fisura por donde ingresarle críticas con razón al Gobierno. La gente mira desde la tribuna dividida en dos grandes grupos: los sumamente informados y los que no tienen ni idea de lo que ha pasado.
Existe la tentación de pensar que el tema de dominio público es el más importante. Puede que así lo sea o no. Lo que es real es que no es el único, y que el mundo sigue girando mientras en la Argentina se debate sobre la responsabilidad del Presidente al mencionar un contrato de un token en su cuenta de X y fotografiarse en con un desconocido como herramienta de propaganda para su gestión. Un error no forzado que, como tal, pudo ser evitado.
Libra, el criptogate o como quieran llamar al escándalo que rodea a Javier Milei con el asunto de los últimos 7 días deja al descubierto la falta de experiencia en el entorno presidencial. Incluso la inexperiencia del propio Javier Milei, quien mantiene el perfil contestatario de cuando era un mero ciudadano de a pie.
Hasta aquí, puede decirse que el Gobierno había sido bueno en términos objetivos. Se redujo drásticamente la inflación. Se acomodaron las variables de la macro economía. Hay superávit fiscal por primera vez luego de muchos años. Las exportaciones son más importantes que las importaciones. Las tasas de interés bajaron a la mitad. Bajó la pobreza. Se recortaron gastos importantes en el Estado. Y las expectativas para los próximos 12 meses son mejores que antes de asumir Milei.
El cisne negro de la gestión es el criptogate. No caben dudas de eso. La gran interrogante por resolver es hasta donde llegará la expansión de la ola sobre el agua. Es decir, cuan profunda será esta crisis que amenaza la imagen presidencial y la credibilidad del Gobierno por no haber sabido cuidar el instituto Presidente, más que a la persona en sí misma, lo cual es todo un detalle.
En clave política
La aparición de este escándalo ha revivido las especulaciones políticas sobre temas en los que la gestión de gobierno estaba enfocada. Por ejemplo, avanzar sobre la sanción de leyes estructurales para la reforma de la Argentina. ¿Es lo mismo hablar hoy de reforma previsional, una vez socavada la confianza en el Gobierno? Claramente no lo es. Porque antes era más simple conseguir los votos en el Congreso, ahora requiere de un esfuerzo mayor en las conversaciones que sirven para buscar acuerdos. Los consensos.
Desde la oposición se ha levantado la idea de que es necesario un juicio político. Sin embargo, el camino para eso es complejo. Debería, también, comprobarse si existe la comisión de un delito o se trata de una falta de responsabilidad de Milei en la comunicación.
Al mundo pareciera no importarle. Porque definitivamente se miran los números antes que todo lo demás. Esto quiere decir que si las variables están acomodadas entonces ahí se puede observar si eso tiene sustento en la seriedad de las cosas. Claro que la fragilidad de la Argentina en su confianza global es un tema no menor. A nuestro país siempre se lo mira con siete lupas porque nuestros dirigentes, tradicionalmente, han faltado a la palabra a lo largo de la historia. Por ejemplo, incumpliendo los compromisos de pago en 23 oportunidades. Ni más ni menos.
Pese a esto, avanza el acuerdo internacional con el Fondo Monetario Internacional para el desembolso y compromiso de asistencia financiera para 2025. Eso liberará reservas que servirán para seguir haciendo crecer el colchón financiero del Banco Central de la República Argentina (BCRA) y junto con esto las chances de llegar al año entrante con un sistema monetario nuevo. Sí, así es: sin cepo las condiciones serán diferentes. Este es el punto de conversación con el FMI para los próximos años.
Post fisura
Si Milei y su equipo puedo reencaminar la gestión, cuanto antes lo hagan será mejor para el plan de gobierno.
Hay dos cosas que están clarísimas. La primera, es que este tema no ha sido de impacto real y contante en la comunidad argentina. No hay afectados económicos por la compra del memecoin que el Presidente puso en su red social, sí los hay en el exterior donde la red Solana, que corre por la estructura de bloques (blockchain) de Ethereum es más difundida. Por eso no hay en Argentina más que hojarasca que resuena sin más que ruido propio de la política.
Pero eso tampoco debe tranquilizar al Gobierno. Porque todos los escándalos conducen a disminuir la imagen presidencial. Se sabe que la mayor aspiración de la política es polarizar con el referente de más alcance social, y tratar de disminuir la imagen para equiparar condiciones en la disputa dialéctica. ¿Alguien duda de que eso es lo que hoy se advierte?
La gente, a pesar de todo, tiene una mirada sobre la realidad, aunque no tenga afectación directa sobre los hechos. Y ese es el punto que el Gobierno debe entender y cuidar mucho más, de aquí en adelante.
Si el Presidente gobierna con los hechos, luce una gestión mucho mejor que la comunicada por los posteos de X. Y la propaganda, que es una debilidad para quienes ostentan poder, tiene que ser bastante profesional, para evitar esos errores no forzados de los que pueden desencadenar situaciones incómodas como la de Libra. A no dudarlo.
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