02/01/2024
Por
Mundo Poder
Las primeras acciones de Gobierno sobre cómo el
presidente Javier Milei intenta refundar y gobernar la Argentina indican mucho.
El Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70/2023 emitido hace poco y el
proyecto de "Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los
Argentinos" son estrategias de refundación, por ejemplo. Es decir, se intenta
un cambio de régimen.
Los juristas más importantes del país se
pronunciaron en contra del DNU porque, entre otras cuestiones, es difícil
identificar la condición de urgencia que la constitución establece. Según los
defensores del decreto existe una urgencia moral ineludible. Se trata de
abandonar el orden social vigente, viciado con mecanismos de reforma que nos
hunden cada vez más en la densa maraña de regulaciones y leyes que cercenan
nuestra libertad.
En el libro "Anarquía, estado y utopía", de Robert
Nozick, se postula a la anarquía como condición inicial para demostrar que solo
el Estado mínimo es moralmente aceptable. De esta manera, el DNU también
siembra la anarquía legal provocando un vacío jurídico, lagunas regulatorias,
desorden administrativo y procedimental. Genera el caos suficiente para detonar
la matriz de regulaciones asfixiantes y facilitar la posesión y el consumo de
bienes y servicios prohibidos hasta ahora.
En tanto, la popularmente conocida como "Ley
Ómnibus" debería ser aprobada en los escenarios del viejo régimen, es decir, en
el Congreso, la calle, la Justicia y la sociedad civil.
Cabe recordar que durante la campaña electoral,
Javier Milei denostó la democracia desde el púlpito del conocimiento abstracto.
Desconociendo la profusa y valiosa literatura que refuta la validez del teorema
de Arrow aplicado a la dinámica democrática, Milei considera que la democracia
contiene un defecto epistémico insalvable. Provoca errores y malos resultados.
La democracia no sabe ni puede agregar las preferencias individuales de manera
tal que el resultado colectivo sea consistente con las demandas iniciales de
sus ciudadanos. El procedimiento democrático no permite conocer ni reagrupar
las preferencias ciudadanas en políticas públicas que las satisfagan. El
producto colectivo es siempre y necesariamente subóptimo.
La Ley de Bases remediaría el déficit
epistémico democrático. Mal redactada por los mejores, el nuevo contrato social
propone que nos gobiernen los que efectivamente saben proyectar las condiciones
para generar resultados paretianos en un mercado desregulado. La tarea
legislativa que, desde la óptica democrática produce conocimiento político y
legitimidad, constituye para el presidente y sus técnicos una esfera de acción plagada
de errores, vagancia e intereses enquistados.
La génesis de un ordenamiento político
moralmente bueno plantea un desafío circular e inescapable: ¿quién se encuentra
habilitado para redactar un documento fundante virtuoso sin haber estado
socializado él mismo en las virtudes que quiere impartir? Monumental
atrevimiento de planeamiento e ingeniería social para un Gobierno que defiende
el ideal de la sociedad como un "orden espontáneo". Como contraparte, "la gris
democracia", así caracterizada por el senador Miguel Pichetto, ofrece una
solución de poco lustre y engorrosa, pero que produce el conocimiento político
legítimo para que el "nuevo régimen", además de fundarse, perdure.
Nozick propone una utopía en la última parte de
su obra. Ya establecido el Estado mínimo, los más ricos inspirados por la
sociedad libre redistribuirán espontánea y privadamente su riqueza. En el
debate sobre erosión democrática se suele mencionar una promesa rota que jaquea
sus premisas normativas, esto quiere decir, el quiebre del compromiso
intergeneracional de que los hijos gozarán de mayor bienestar material que sus
padres.
Existe otra promesa quebrada de la democracia
liberal. La democracia liberal se sostuvo en la idea de que los derechos nos
protegen y hacen más libres. Pero, parte de la ciudadanía no cerciora en su
vida cotidiana que sus derechos efectivicen su libertad. En parte, la
resistencia de los trabajadores de plataformas digitales a ser sindicalizados
yace en la percepción de que los derechos nos debilitan.
En este sentido, Milei propone recuperar la
libertad con menos derechos. Lo que implica, además, una reconceptualización de
la noción de libertad y su vínculo con otros valores democráticos como la
igualdad, la reciprocidad, la solidaridad, y la existencia de lo público como
experiencia ciudadana colectiva. Libertad, en el ideario cuasianarquista de
Milei, consiste en la acción individual prácticamente sin restricción ética, la
libertad como pulsión. Una concepción de libertad libidinal altamente
estimulante y vindicativa luego de años de enojo, frustración, encierro y de
privación material acumulados a lo que llamaban libertad.
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