24/04/2025
El expresidente Mauricio Macri recorre la provincia de Buenos Aires en medio de una sangría de dirigentes del PRO hacia La Libertad Avanza. En Mar del Plata, Balcarce y la quinta sección electoral busca recomponer poder territorial, frenar el vaciamiento del partido y sumar intendentes radicales a su nueva estrategia política. La tensión con Montenegro, Valenzuela, Ritondo y Soledad Martínez, y el plan de alianza con Javier Milei de cara a 2027.
El PRO se desangra. Con la llegada de Javier Milei al poder, el partido fundado por Mauricio Macri atraviesa el mayor proceso de fragmentación desde su nacimiento en 2005. Dirigentes que cruzan hacia La Libertad Avanza (LLA), intendentes que ya no responden a la conducción nacional, bloques legislativos en disputa y un liderazgo diluido dejaron al macrismo frente a un escenario crítico. Y en ese contexto, el expresidente decidió salir a la calle, mostrarse, activar recorridas territoriales y dar señales de que no está dispuesto a dejar morir lo que él mismo creó. No se trata solo de defender una marca política, sino de frenar el vaciamiento, recuperar poder territorial y armar una nueva base de sustentación de cara a las elecciones de 2025 y, especialmente, a 2027.
Tensión entre Macri y Diego Valenzuela -ya integrado políticamente a LLA
La respuesta llegó de inmediato. Desde Tres de Febrero, el intendente Diego Valenzuela -ya integrado políticamente a LLA- recogió el guante y lanzó: "Si algo no tengo es precio." Una frase con doble filo: defensa personal y cuestionamiento directo al expresidente. Valenzuela, de perfil técnico y gestión prolija, es uno de los tantos que cruzó sin hacer demasiado ruido, y que hoy se alinean con el oficialismo nacional mientras buscan preservar sus bases locales. Pero con esa frase, quedó claro que los puentes con Macri están, al menos por ahora, rotos.
Cristian Ritondo lideró una reunión clave con intendentes bonaerenses de peso
Mientras tanto, en la sede del PRO en Balcarce, Cristian
Ritondo lideró una reunión clave con intendentes bonaerenses de peso: Soledad
Martínez (Vicente López), el propio Montenegro y operadores de varios
municipios. En ese cónclave acordaron convocar a una reunión más grande con más
de 300 concejales del conurbano y el interior, con el objetivo de ordenar
políticamente el espacio, trabajar en acuerdos con LLA, y sobre todo mantener
viva la estructura territorial del PRO. En la agenda se habló de sumar intendentes
radicales, especialmente del interior bonaerense, muchos de los cuales tienen
buena imagen y autonomía. También se pusieron sobre la mesa temas como el
rechazo a la reelección indefinida de intendentes, el control del sello PRO y
una estrategia de campaña centrada en recorrer "casa por casa".
La intendenta Soledad Martínez, figura emergente del
partido, también fijó su posición con claridad: "No hay que apurarse. Hay que
evaluar todas las opciones." Pero no descartó una alianza electoral con La
Libertad Avanza. Coincide con Macri en que el PRO debe conservar su poder
territorial, pero también reconoce que el escenario político cambió. Apuesta a
una nueva derecha más amplia, pragmática y menos cerrada en la marca original
del PRO. Martínez, Montenegro, Ritondo y Valenzuela encarnan ese sector que
busca una salida política intermedia: ni ruptura total ni alineamiento ciego
con el mileísmo. La construcción está en marcha.
Macri, por su parte, se lanzó a una gira por el interior
bonaerense con un objetivo estratégico: fortalecer relaciones con intendentes
radicales. En Balcarce fue recibido por el intendente radical Esteban Reino.
Visitaron juntos el Museo Fangio, recorrieron el centro y se sacaron fotos.
Pero detrás del protocolo hubo política pura. Macri quiere recuperar estructura
desde abajo. Busca sumar intendentes radicales con gestión sólida que puedan
compensar la fuga de cuadros propios hacia LLA. La quinta sección electoral,
con fuerte presencia radical, se volvió clave en este rearmado. El expresidente
quiere consolidar una nueva base de intendentes "de gestión", que no estén
contaminados por la rosca interna y que puedan reconstruir el partido desde el
territorio.
Mientras tanto, se consolida lo que en los pasillos se llama
"el club de los que se van". Martín Yeza, Javier Iguacel, Emilio Monzó y otros
operadores ya trabajan en estructuras paralelas o directamente juegan para
Milei. Algunos de ellos ya tienen cargos o contratos. Otros esperan una señal
para blanquear su pase. Lo cierto es que la sangría es real, y Macri lo sabe.
Por eso ahora concentra su esfuerzo en controlar el sello del PRO y evitar que
las estructuras locales firmen acuerdos por su cuenta. El objetivo es claro: si
hay una alianza con LLA, será bajo su conducción. No está dispuesto a entregar
el partido como una pieza más del tablero libertario.
En la cumbre marplatense, además, se empezó a hablar sin
rodeos de un frente electoral conjunto con La Libertad Avanza. La excusa es el
kirchnerismo: enfrentar a un posible regreso de Unión por la Patria en 2025 y
2027. Pero detrás del discurso de unidad opositora se esconde una pulseada por
quién conduce esa alianza. El mileísmo quiere sumar sin dar poder. Macri quiere
negociar desde la fuerza territorial. Y los intendentes, pragmáticos, se
acomodan donde haya proyección. La palabra "fusión" aún no se dice en voz alta,
pero nadie la descarta.
Mauricio Macri, lejos del retiro, se mueve como el último
armador. Recorre shoppings, viaja al interior, se saca fotos, presiona, cuida
la marca. No piensa ser candidato, pero sí quiere ser el gran arquitecto de una
nueva derecha argentina. En un escenario donde muchos hablan de la muerte del
PRO, él apuesta a su reconversión. Lo hace con fotos, frases filosas y mucha
rosca silenciosa. Porque en la política real, los comunicados valen poco. Y las
fotos, como siempre, dicen mucho más.
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