El presidente del Consejo de Administración Estatal de Myanmar, el general Min Aung Hlaing, anunció este lunes 31 de marzo de 2025 la instauración de una semana de luto nacional en respuesta al terremoto de magnitud 7,9 que azotó el país el pasado viernes 28 de marzo. La medida, que abarca del 31 de marzo al 6 de abril, busca rendir homenaje a las víctimas y expresar solidaridad con los afectados por una de las peores catástrofes naturales en la historia reciente del país del sudeste asiático.
"En reconocimiento y solidaridad por los daños y la pérdida de vidas causados por el terremoto, el período del 31 de marzo al 6 de abril ha sido declarado como días de luto nacional", expresó el general Min Aung Hlaing en un comunicado oficial. Durante este tiempo, la bandera nacional ondeará a media asta en todos los edificios gubernamentales y espacios públicos como símbolo de duelo y respeto hacia las víctimas. Según datos proporcionados por el Consejo de Administración Estatal este domingo, el sismo dejó un saldo devastador: aproximadamente 1.700 personas murieron, 3.400 resultaron heridas y unas 300 permanecen desaparecidas, cifras que podrían aumentar a medida que avancen las labores de rescate y evaluación.
El terremoto, cuyo epicentro se ubicó cerca de la ciudad de Mandalay, la segunda más grande de Myanmar, ocurrió en la tarde del viernes y provocó daños extensos en diversas regiones, incluyendo la capital, Naypyidaw, y áreas circundantes como Sagaing. La magnitud del evento, registrada como 7,9 en la escala de Richter por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), lo convierte en el sismo más poderoso que ha golpeado al país desde 1912. Edificios colapsados, carreteras destruidas y puentes desplomados son parte del panorama desolador que enfrentan los equipos de emergencia, mientras los sobrevivientes luchan por encontrar refugio y asistencia.
Así lo anunció el presidente del Consejo de Administración Estatal de Myanmar, el general Min Aung Hlaing. El sismo dejó 1.700 muertos y 3.400 heridos.La junta militar, liderada por Min Aung Hlaing, ha enfrentado críticas por su manejo de la crisis, especialmente tras reportes de ataques aéreos en zonas controladas por fuerzas rebeldes horas después del sismo, según denuncias del Gobierno de Unidad Nacional (NUG), la administración en el exilio. A pesar de esto, el general hizo un inusual llamado a la comunidad internacional para recibir ayuda humanitaria, rompiendo con la tradicional postura aislacionista del régimen. Países como China, India y Tailandia han respondido enviando equipos de rescate y suministros, mientras que organizaciones como la Cruz Roja trabajan para llegar a las áreas más afectadas, donde las comunicaciones y el acceso siguen siendo un desafío debido a la infraestructura dañada.
El impacto del terremoto se ha visto agravado por la situación preexistente en Myanmar, un país inmerso en una guerra civil desde el golpe de Estado de 2021 que derrocó al gobierno civil de Aung San Suu Kyi. Con millones de personas ya desplazadas y un sistema de salud debilitado, la catástrofe ha puesto aún más presión sobre los escasos recursos disponibles. "La infraestructura no estaba preparada para algo así", afirmó un voluntario de la organización Shelterbox, quien destacó la complejidad de llevar ayuda a las zonas más remotas.
Mientras las banderas ondean a media asta, los habitantes de Mandalay y Naypyidaw continúan buscando a sus seres queridos entre los escombros. Las imágenes de edificios derrumbados y familias durmiendo al aire libre reflejan la magnitud de la tragedia. En Bangkok, capital de la vecina Tailandia, el sismo también dejó al menos 17 muertos tras el colapso de un rascacielos en construcción, evidenciando la extensión de las ondas sísmicas. A medida que los días de luto nacional avanzan, la prioridad sigue siendo rescatar a los desaparecidos y asistir a los heridos, en un esfuerzo conjunto que pone a prueba la resiliencia de un país ya marcado por el conflicto y la adversidad.