#SíndromeDeLaCabaña

Micaela Cabezas

1 junio, 2020

Más de 70 días de cuarentena por el virus que azota y castiga a todo el mundo. Tras pasar tanto tiempo de confinamiento en nuestras casas, ciertas personas pueden experimentar un fenómeno denominado “Síndrome de la cabaña”, que tiene directa relación con el miedo por volver a salir a la calle. Su nombre deriva de lo que se conoce como cabin fever (fiebre de la cabaña), y trata de la reacción de agitación, inquietud, dificultad en la concentración, aparición de ira ante la posibilidad de permanecer “cerrado” en un espacio sin libertad de movimiento. Cabe mencionar que, dentro del campo de la psicología, este síndrome no es una patología como tal, ya que no se trata de un trastorno y no hay definición oficial sobre esto. En este fenómeno que sufren y pueden sufrir varias personas, se presenta el miedo a contactar con otras personas fuera de las paredes “seguras” de nuestras casas, miedo a realizar actividades que antes del confinamiento nos resultaban cotidianas, miedo a socializar con otras personas conocidas, entre otros temores.

El ser humano cuenta con un instinto de supervivencia que nos permite adaptarnos y poder convivir a una situación como la que se está viviendo en todo el mundo, que es el hecho de vivir “aislados”. Para quienes estén sufriendo este “síndrome” hoy sienten al confinamiento en sus casas como algo absolutamente cómodo, seguro y tranquilo, como lo mejor que les pudo haber tocado. Pero, es importante mencionar que para aquellas personas que transitan estos días en soledad, el nuevo hábito de no contar con el contacto físico o cercano con otra persona puede crear una especie de rechazo al contacto con el otro. Todos los miedos de estas personas no tienen que ver solamente con el contagio del coronavirus, sino que es un temor a afrontar situaciones sociales o espacios abiertos con un sinfín de estímulos que escapan a la sensación de control y seguridad individual.

Desde Mundo Poder conversamos con profesionales de la salud mental para orientarnos un poco más en este tema, y poder saber cómo actuar ante la presentación de esta problemática, o cómo hacer para que nuestra salida a “la vida normal” no nos trastorne.

El síndrome es como un cortejo de síntomas. Se produce el cierre del psiquismo, se bloquea el contacto social, el lazo social con los otros, y la persona queda encerrada en su propio psiquismo, con todos los efectos angustiantes que eso implica. Tiene que ver con una conducta que puede ser desde lo antisocial a este problema actual que tiene que ver con el confinamiento. Muchos pacientes lo llaman ‘encierro’ y yo les pregunto ¿por qué encierro? Porque en realidad no tiene que ver con el perímetro de las paredes, con lo físico, lo geográfico, sino que tiene que ver con una limitación psíquica, gente que queda sumida en una posición subjetiva de mucha pérdida y ahí se encierra, deja de contactarse con el otro, se vuelve narcisista”, nos explica la licenciada en Psicología Susana Zima.

Pueden presentarse dos tipos de síntomas del “síndrome de la cabaña” que resulta importante reconocerlos para poder atenderlos. En primer lugar, y desde el terreno fisiológico, puede presentarse fatiga, problemas del sueño, cambios de humor, dolores de cabeza y en las articulaciones. Además de los riesgos que provoca el hecho de no asistir al médico para realizarse estudios que tengan que ver con otras patologías más allá del COVID-19 (porque no se puede salir a la calle, o mejor dicho porque “da miedo” salir a la calle e ir al médico).
Y por otro lado, desde el terreno psicológico, son determinantes la ansiedad y la angustia, como así también los síntomas depresivos que pueden aparecer. Sensación de peligro, temor constante, inseguridad, problemas a la hora de retomar ciertas rutinas (más que nada si se realizan fuera de casa), problemas de atención y memoria. “Es como una enajenación lo que se produce para muchas personas quedarse en casa, sobre todo para personas que tienen más dificultades en vincularse socialmente les vino bárbaro, con todo lo que significa estar en un psiquismo cerrado. Que conlleva a la falta justamente de sociabilidad, la consecuente angustia, malhumor, maltrato, enojos. La calle no es la que produce el miedo sino ese corte que se produce en el lazo social, entonces cualquier encuentro con ese otro se le vuelve en contra”, continúa la licenciada Zima. Ahora bien, es importante diferenciar a este síndrome de la agorafobia, debido a que este último sí es una patología con definición oficial psicológica: “Agorafobia es una fobia al espacio público, a estar solo en un espacio público y con el temor intenso de no recibir asistencia. El síndrome de la cabaña tiene que ver con el encierro, directamente no salir por temor”.

Hay que hacer hincapié en que cuando llegue el momento de volver a salir a las calles, ese retorno a la vida cotidiana debe darse de manera gradual. Se debe aprovechar la autorización de las salidas recreativas para poder ir graduando nuestro contacto con el exterior. Poder disfrutar del aire libre, de la naturaleza y que eso mismo no nos agobie y nos haga sentir mal.
El encierro lo que provoca son efectos directos de estar aislados socialmente. Desde lo psicológico más que nada lo que puede desencadenar son los sentimientos de irritabilidad, de intranquilidad, sentimientos de angustia, eventualmente trastornos de la base ansiosa. En general con síntomas físicos, pueden aparecer palpitaciones, sudoración, falta de aire”, manifiesta Diego Pizarro, psiquiatra y director de planta en el Hospital General de Agudos Dr. Enrique Tornú. En tanto, la paranoia que se genera durante estos días pude convertirse en un gran enemigo, por eso “el hecho de poder evitarla tiene que ver con dar una información clara, precisa, evitar el informarse en lugares no oficiales, evitar el bombardeo de información. Por dar un ejemplo, el año pasado murieron por gripe 31 mil personas en el país y hasta ahora en dos meses llevamos 500 decesos de coronavirus”.

Asimismo, es importante respetar y seguir los protocolos de higiene y seguridad que se estipulan frente al contagio del coronavirus. Debido a que esta es una situación excepcional, y que nadie se preparó para enfrentarla, hay ir de a poco para poder encontrar una manera correcta de superar esta adversidad y que no se nos vuelva en contra. Es tan normal querer superar esto como tener miedo de hacerlo. “Para lidiar con la ansiedad es bueno mantener actividades, rutinas, tratar de estar ocupado, mantenerse en contacto con sus amistades y familiares, para no estar aislado y replegado. Entretenerse, reconfortarse, exigirse un poco intelectualmente. En el caso que se presente el miedo de salir a la calle hay organismos oficiales que ofrecen la posibilidad de tener una consulta con un profesional esto en el ámbito de la capital está armado por la Dirección de Salud Mental con un sistema, un dispositivo que se llama Salud Mental Responde. Cada hospital público tiene también líneas directas para poder comunicarse y pedir con un psicólogo o un psiquiatra, los hospitales generales cuentan con guardias presenciales de salud mental. Y la línea del 107 también brinda algún tipo de contención en este sentido”, sostiene el doctor Pizarro.

En algunos países comenzó a llevarse a cabo el desconfinamiento escalonado. Para cuando esto suceda en la totalidad de nuestro país, es importante saber que algunas personas podrán presentar secuelas por tantos días de “encierro”. Lo cual generará problemas psicológicos y necesitarán de atención profesional especializada, más allá de la que se brinda en estos momentos. Puede ser el caso de los médicos, los enfermeros, todo el personal sanitario que convive con esta pandemia, como también la gente mayor que pasó tanto tiempo sola, o los que permanecen en residencias geriátricas sin las visitas de sus seres queridos, etc. Si es necesario, hay que pedir ayuda y no resistirse a ello, porque una vez atravesada esta pandemia, el mundo ya no será como el que conocíamos y hay que aceptarlo y entenderlo.

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