Un día después de un incidente entre un gran dron estadounidense y un avión de guerra ruso sobre el mar Negro, cerca de Ucrania y Rusia, el Kremlin instó a Washington a cesar con sus acciones hostiles.
Para los estadounidenses, un SU-27 ruso vertió combustible sobre el dron, dañando su hélice y provocando su caída. En tanto desde Ucrania sostiene que el hecho es una señal que el Kremlin está dispuesto a «expandir» a otras partes el conflicto iniciado en febrero de 2022 con la invasión rusa de su territorio.
Moscú negó esas acusaciones, aunque reconoció que dos de sus cazas interceptaron un dron estadounidense «en la zona de la península de Crimea», sobre el mar Negro, que fue anexionada por Rusia en 2014 sin reconocimiento internacional.
«Los cazas rusos no utilizaron su armamento», y no entraron siquiera en contacto con el dron, que había vulnerado la zona de exclusión aérea «establecida para llevar a cabo la operación militar especial», aseguró el Ejército ruso, en referencia a la invasión a Ucrania.
Al unísono, el embajador ruso en Washington, Anatoli Antonov, dijo que espera que Estados Unidos se «abstenga de seguir especulando en el espacio mediático» y detenga sus vuelos cerca de las fronteras rusas. Y desde un comunicado en su cuenta de Telegram amenazó: «Consideramos toda acción que incluya el uso de armas estadounidenses como abiertamente hostil».
Rusia es consciente del equipamiento armamentístico que proporciona el imperio a las fuerzas ucranianas, por este motivo, el vocero del Gobierno ruso, Dmitri Peskov, informó que las relaciones de diálogo «se encuentran en su punto más bajo, en un estado muy deplorable».

Según Washington, el dron MQ-9 fue interceptado por dos cazas rusos Su-27 que volaron a su alrededor durante 30 a 40 minutos. De repente, uno de los cazas rusos «golpeó la hélice del MQ-9, provocando que las fuerzas de Estados Unidos tuvieran que derribarlo en aguas internacionales», agregó el Pentágono.