27/02/2025
Por
Matías Frati
Mientras el Presidente afina el lápiz para el discurso del sábado, hay datos que no debe eludir. No son los duros de las métricas económicas. Son comportamientos sociales de la población que se traducen en votos y aún están del lado de Milei pero no se sabe hasta cuándo.
Entre la realidad y la ficción se esconde la imaginación. Y fundamentalmente de aquellos que generan especulaciones por doquier. Sin embargo, en el campo de lo imaginario también habita lo posible. Porque todas las cosas se producen en dos planos. Primero en lo intangible, y luego pasa a la materialización. Sin más.
El sábado no va a ser un día más. Será la segunda oportunidad que el Presidente Javier Milei hablará en la Asamblea Legislativa inaugurando el período de sesiones ordinarias. Algo así como el pitazo inicial del año en el Congreso, en un 2025 que tiene una fuerte caracterización por las elecciones de medio término en octubre.
Milei va al Parlamento con una agenda cargada de resultados logrados en el primero tramo de su mandato. Alguno es más que visible, como la fuerte desaceleración de la inflación. Otros, habrá que escuchar por qué caminos elige transitarlos.
La virulencia del mensaje está a flor de piel. Aunque hay algunos analistas que insiste en las formas más que en el fondo, no caben dudas de que al Presidente le ha dado resultados cultivar un estilo confortativo desde antes de asumir. Desde que era un outsider político.
Y los números respaldan esa cuestión: una reciente encuesta realizada por Aresco, que se conoció a principio de semana y que sirvió de evaluación de gestión, tras el escándalo Libra, muestra que el 54% sigue dándole respaldo a lo realizado hasta ahora.
Incluso, amplia de manera desagregada que un 26,3% resalta que "observa que el Gobierno nacional ha hecho muchas cosas positivas" mientras un 24,2% afirma que "tiene esperanzas que las cosas van a mejorar, aunque todavía no se vea". Y otro 4,3% no sabe, pero apoya.
Ese estilo de confrontación que conlleva a la polarización en los tiempos, que inició con Néstor Kirchner durante su mandato, cuando eligió adversarios de manera disruptiva, es un formato que se impone en el mundo a través de la figura de Donald Trump, también.
Hoy en día nadie puede negar que el presidente de Estados Unidos es el más aplicado alumno de la cultura de la polarización, buscando marcar con claridad los límites entre sus formatos de gestión y pensamiento y la de los demás.
El año en juego
Con claridad puede notarse que el Gobierno tiene un objetivo supremo, y es alcanzar un acuerdo de financiamiento con el Fondo Monetario Internacional para relajar la presión de los compromisos de pago del presente año.
Si eso ocurre, y es altamente probable que se anuncie entre marzo y abril, la gestión habrá quedado liberada virtualmente de juntar los dólares para pagar este año y se concentrará en acumular reservas para poder liberar el tipo de cambio amarrado al cepo.
Actualmente se producen divisas en la economía argentina, pero ocurre que la política de control de cambio, con el crawling peg al 1%, el pago de importaciones y la salida de dólares por turismo compensan el ingreso que se produce por ahorros y liquidación de exportaciones.
Sin embargo, hay dos buenas noticias para el Ministerio de Economía: la primera, que el campo va a liquidar exportaciones a partir de abril y eso se extenderá hasta junio inclusive; la segunda, es que no habrá tanta necesidad de importar energía.
La primera por ingreso genuino aun cuando se redujeron las retenciones y la segunda por mayor eficiencia en la matriz energética nacional, que incluso permite exportar gas en lugar de importarlo desde Bolivia, dan un saldo positivo en la balanza exterior.
Expectativas por cumplir
El Gobierno debería prestarle mucha atención a ese 24,2% que Aresco releva como un apoyo con esperanzas. Porque esas son personas que están ahí diciendo, tácitamente, "por favor no me fallen porque es la única tabla en el océano".
Y eso abre dos situaciones muy específicas, donde se puede consolidar el respaldo y se confirman las expectativas que se tienen depositadas en la gestión, o se puede perder el apoyo haciendo que se diluya la imagen presidencial de manera importante.
Ambas cuestiones tienen correlato directo con el año electoral que estamos por empezar a atravesar. Es algo así como esa "mayoría silenciosa" que no le pertenece a nadie y que puede migrar de un lugar al otro sin mediar reparos.
Son esos los votos que tiene Milei y que conforman una parte de la sociedad no politizada, pero que pretende vivir bien, en armonía, cumpliendo sueños y llegando a fin de mes. Y si puede, salir de vacaciones. No conformarlos sería lapidario para octubre.
COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.