30/09/2023
Los esfuerzos del Gobierno por morigerar el impacto de la devaluación y la inflación en la clase media. El desvelo que le genera esa masa crítica del centro de la sociedad a Sergio Massa. En el espejo retrovisor, la experiencia de Macri al que le dieron la espalda con la suba de las tarifas de servicios. En el horizonte, una luz que destella al calor de las baterías de beneficios para las pymes y los autónomos.
El debut de la inflación semanal trajo un nuevo debate a la economía argentina: conocer el dato servirá para calmar las expectativas o será un nuevo piso para que se disparen las variables de precios que se manejan puertas adentro.
La respuesta se conocerá en pocas semanas más, cuando se pueda evaluar el comportamiento que hayan tenido las referencias que irá dando a conocer el Ministerio de Economía, a través de la secretaría de Política Económica que encabeza Gabriel Rubinstein.
A priori, sectores vinculados al Gobierno pudieron celebrar el 2% que se conoció el viernes pasado. Porque, comparativamente, mostró un recorte en los datos que se habían manejado en las semanas previas. Claro que, puertas hacia afuera, esos indicadores no trascendían como un "termómetro" que clarifique lo que va sucediendo.
Sin embargo, las consultoras tienen una mirada un poco alejada de lo que ocurre, en especial con los alimentos. En la tercera semana de septiembre -la misma que midió Economía- el indicador que releva la consultora LCG arrojó una aceleración en los alimentos, alcanzando 2,9 por ciento.
El problema es que en tres semanas ya se acumula una inflación del 6,3% en los alimentos y el promedio de la inflación mensual -siempre para la entidad privada- se ubicó en 9,2% mientras que la medición punta a punta alcanzó al 8,2%.
Además, la mala noticia para el Gobierno es que del mix de productos alimenticios que releva LCG el 69% de esos artículos comestibles registraron subas de precios, y en lo que va del mes el promedio fue del 31%. Esto significa que el total de la canasta ajusta cada 3 semanas en promedio.
Remando, que no es poco
Todo esto se da en un contexto electoral, donde los esfuerzos del oficialismo por mantener las expectativas de cara al 22 de octubre son muchos e importantes. Y están orientados a generar una mejora en la economía.
Alivio fiscal para pymes, autónomos, profesionales y monotributistas es la carta fuerte con la que el ministro Sergio Massa trata de cabalgar la andanada de malas noticias que suelen generarse con los indicadores de la macroeconomía. Y, de manera inversa a lo que los manuales indican, el Gobierno tratará de que la microeconomía tenga respuestas antes de que los datos sean malos. Es decir, el Gobierno apuesta a que la gente note que el dinero o los beneficios que recibe son mejores que las magras estadísticas que puedan surgir hasta finales de octubre.
¿Cómo lograrlo cuando, por ejemplo, desde un sector clave de la actividad como las expendedoras de combustibles, advierten de que puede empezar a faltar suministro de nafta súper y de diésel común? O ¿de qué manera bloquear las espiral negativa que se genera cuando alguien va a un médico y, a pesar de contar con obra social prepaga, tiene que pagar un bono adicional porque los profesionales están al descubierto entre las bajas remuneraciones que reciben de las empresas de medicina y los precios del supermercado, que tensionaron bastante la cuerda durante el mes pasado.
Todos esos efectos se dan sobre un mismo sector: la clase media, que es la que el Gobierno intenta "acariciar" con las medidas del último mes.
Quedan tres semanas que son clave para la estrategia electoral de las cinco fuerzas que disputan la presidencia el 22 de octubre. La economía está en el centro de la escena, aunque haya otros temas que también son importantes. No caben dudas que, como decía el General Juan Domingo Perón, la víscera más sensible del hombre es el bolsillo.
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