18/04/2025
Viajar a Hualfín es salir del mapa turístico clásico y entrar en un paisaje que parece pintado a mano. Este pequeño pueblo catamarqueño, ubicado sobre la emblemática Ruta Nacional 40, se presenta como una joya escondida del norte argentino, donde la naturaleza y la historia conviven en armonía.
A 63 kilómetros al norte de Belén, y enmarcado por montañas de tonalidades vibrantes, Hualfín se convirtió en una opción cada vez más buscada para escapadas durante feriados largos, especialmente en Semana Santa, cuando la necesidad de desconexión se vuelve casi vital.
El gran protagonista es el Pozo Verde, una formación natural de lagunas de color esmeralda rodeadas de un paisaje multicolor. Ideal para caminatas suaves, fotos inolvidables y momentos de contemplación, este rincón natural hipnotiza a grandes y chicos.
A pocos minutos del centro, la Quebrada de Hualfín guarda otro tesoro: aguas termales naturales que alcanzan los 32°C, conocidas por sus propiedades curativas. El entorno rústico y natural potencia la experiencia: acá no hay spa de lujo, pero sí una conexión auténtica con lo esencial.
Otro imperdible es la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, construida en 1770 y declarada Monumento Histórico Nacional. De estilo colonial y rodeada de un paisaje sereno, es uno de los templos más antiguos del país y una joya del patrimonio catamarqueño.
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Caminar por el pueblo y respirar aire puro.
Visitar la capilla del siglo XVIII.
Relajarse en las termas naturales.
Hacer picnic o acampar en áreas equipadas con mesas y parrillas.
Conocer a los artesanos locales y sus tejidos regionales.
Probar platos tradicionales en casas de familia o pequeños comedores, donde la empanada catamarqueña y los dulces caseros son protagonistas.
? Aunque no hay una gran oferta gastronómica, el visitante puede disfrutar de sabores caseros genuinos: locro, empanadas al horno de barro, dulce de cayote con nuez y vinos regionales elaborados en pequeñas bodegas familiares.
Desde la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, el recorrido es tan parte de la experiencia como el destino mismo. Se toma la Ruta Nacional 38, pasando por Chumbicha, luego la Ruta 60, atravesando la famosa Cuesta de La Cébila, con vistas de postal. Desde allí se conecta con la Ruta 40, cruzando pueblos como Londres y Belén, hasta llegar a Hualfín.
El trayecto es ideal para recorrer en auto, disfrutando de cada curva, cerro y paisaje. Conviene planificar la visita con al menos una noche de estadía, ya que los atardeceres en Hualfín son uno de sus secretos mejor guardados.
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