29/04/2024
En medio de tironeos entre el gobernador bonaerense y el líder de La Cámpora, la ex presidenta llamó a que se terminen los pases de factura en público durante su discurso en Quilmes. Sin embargo, se hizo evidente el ninguneo al mandatario provincial.
Por
Cristian Gonzalez
Nada es casualidad en el universo de Cristina Kirchner. Es un animal político y se percibe como la única líder que tiene el peronismo por estos tiempos. A propósito o de casualidad -según quién lo lea- ella y la doctrina del kirchnerismo puro se encargaron de dinamitar a cualquier contrincante que se anime a subir al ring.
Y en un escenario de tarifazos, inflación y mucha resignación, tras los primeros 100 días de Gobierno de Javier Milei, la ex vicepresidenta reapareció en el medio de una feroz pelea por el poder y el territorio en la provincia de Buenos Aires.
De hecho la jefa política del peronismo en los papeles -su sucesor todavía está en veremos o no salió a la luz- lo sentó a Axel Kicillof, el Gobernador de la provincia más populosa del país y el único que salvó la ropa del Partido Justicialista en las elecciones donde Milei hizo historia. Y a pocos lugares a Máximo Kirchner.
Ambos se tironean y disputan a los intendentes, muchos de los cuales intentan no tomar partido y van con pie de plomo cada vez que ambos están en el mismo espacio. Kicillof tiene la caja y Máximo la conducción y los soldados que el kirchnerismo le heredará cuando Cristina cuelgue los botines.
Fue tal el enojo de Cristina por la pelea en el barro bonaerense que en el discurso no lo nombró a Kicillof. Mucho menos lo invitó al palco.
"Es una modalidad típica de Máximo. En realidad, es la forma de basurear que disfrutaba propinar Néstor", analizó, en declaraciones al diario Clarín, un jefe comunal que supo conocer al presidente que estaba siendo homenajeado, a 21 años de las elecciones que lo terminaron depositando en la Casa Rosada.
En la previa hubo un encuentro privado entre Cristina y Kicillof, quizás para ella márcale el rumbo que quiere y ordenarle que no exponga su "hijo y protegido político" de acá al año próximo, cuando vuelvan a verse las caras en las elecciones de medio término.
Un dirigente al que sí nombró Cristina fue el intendente de Pilar, Federico Achával, quien se mantiene sin tomar partido y tiene buena relación tanto con Máximo cómo con Kicillof.
En ese sentido, la también ex vicepresidenta mastica bronca contra un grupo de alcaldes del Conurbano a los que acusa de jugar fuerte para que Kicillof quede a la cabeza del espacio de cara al futuro y le saque la conducción y la lapicera a Máximo Kirchner y a La Cámpora.'
"Están discutiendo para ver cómo cambia la vida de los dirigentes, hay que discutir para cambiar la vida de la gente", cuestionó la ex mandataria durante el acto, en un tiro por elevación a quienes están impulsando la rebelión dentro de las filas peronistas.
"Cuando hablé de los bastones de mariscal no era para dárselo en la cabeza a otro compañero, era para salir para salir a la calle y explicarle a la sociedad", ahondó CFK.
Ya sea a propósito o por una mera casualidad, Kicillof arribó al acto en compañía de su ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés "Cuervo" Larroque, socio fundador de La Cámpora que recientemente se alejó de la organización y ha hecho públicas varias críticas contra la conducción del hijo de la ex presidenta.
"Eso de llegar con el Cuervo a Quilmes, no sé si Axel lo hizo a propósito. Te lo juro. A veces siento como que no se da cuenta o finge demencia. Lo que está claro, por lo menos para muchos de nosotros, que a pesar de los amagues de ruptura o independencia, a Kicillof no le va a dar la personalidad para plantársele a Máximo, sobre todo con Cristina apoyando a su hijo. Se va a terminar alineando", analizó uno de los intendentes presentes en el acto.
Previamente, el Gobernador dijo presente en otras dos actividades en homenaje a Néstor Kirchner, en la casa de dos de los alcaldes señalados por sus acciones en pos de sacarle la lapicera a Máximo.
Primero estuvo en Ensenada, donde lo recibió Mario Secco. Posteriormente, continuó su camino hacia Avellaneda, donde encabezó un acto con Jorge Ferraresi, que lo recibió como el futuro conductor del peronismo. Cabe aclarar: ninguno de los dos intendentes estuvieron en Quilmes.
Nadie sabe qué hablaron Cristina y Axel, pero son varias las fuentes que coinciden en señalar que la relación entre la dirigente y su "hijo político" no pasa por su mejor momento.
Mientras tanto, el tiempo pasa y apenas falta un año para el cierre de listas para las próximas elecciones legislativas, donde los jefes comunales díscolos quieren tener un mayor peso.
"Máximo ya los escarmentó en el último cierre de 2023, los dejó sin nada. El más golpeado fue el Cuervo, que tenía acordado una diputación nacional y lo borraron de un plumazo", recordó uno de los dirigentes presentes en el acto.
Por lo pronto, los intendentes del Conurbano creen que finalmente la líder del movimiento bregará por la paz entre todas las vertientes y evitar una ruptura que le abra la puerta a una eventual derrota en las urnas.
"El problema para volver a esa convergencia que pide Cristina es que la paz llegaría siempre y cuando se reconozca a Máximo como el conductor. Pero la mayoría de nosotros no quiere saber nada con volver a alinearse con La Cámpora, que terminó cagándonos olímpicamente", sostuvo uno de los jefes comunales involucrados.
En la última campaña electoral, el gobernador Axel Kicillof planteó que el peronismo tenía que "componer una nueva canción". Es decir, evolucionar y no depender tanto de lo que definan Cristina Fernández y compañía.
Esa afirmación fue tomada como una ofensa por parte de La Cámpora, que se refugia en el liderazgo de Máximo Kirchner. Sin embargo, tras lo acontecido este último fin de semana, podría ser una premonición de lo que pase con el peronismo de cara al futuro.
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