Qué es la rutina del explorador y cuáles son los beneficios cerebrales según Harvard
06/09/2024
La capacidad de orientarse sin ayuda tecnológica puede parecer un desafío propio de otra época. Sin embargo, esta habilidad ancestral está siendo redescubierta como una herramienta poderosa para mantener el cerebro en forma. Más que un pasatiempo, es crucial para la memoria y la prevención del deterioro cognitivo.
La
rutina del explorador, basada en la antigua capacidad para orientarse, implica
navegar por entornos naturales utilizando un mapa y una brújula y, según
expertos de Harvard, mejoraría diversas áreas del cerebro que suelen estar
inactivas en la vida cotidiana.
Heidi
Godman, de Harvard Health Letter, destaca los beneficios de lo que se está
convirtiendo en un deporte de fama creciente en distintos países. "Se trata de
una forma divertida de salir al aire libre, hacer ejercicio y tal vez incluso
ayudar a combatir el deterioro cognitivo".
La
idea es que hacer ejercicio mientras tratamos de orientarnos activa ciertas
áreas del cerebro que nuestros antepasados utilizaban para la caza y la
recolección y que ahora tenemos aletargadas porque nos hemos acostumbrado a
depender del GPS para encontrar el camino.
"Es
una cuestión de volver a nuestras raíces, de entrenar tareas espaciales que
hemos dejado de hacer", señala la investigadora principal, Emma Waddington, de
la Universidad McMaster en Canadá, quien también dice que no es necesario
dedicarle demasiado tiempo: incluso una única sesión de orientación de 15
minutos podría beneficiar la función cognitiva.
Correr reconfigura el cerebro a medida que envejecemos.
Los
expertos señalan que la orientación en la naturaleza puede tener un impacto
positivo significativo en diversas áreas del rendimiento cognitivo y la salud
cerebral, desde la memoria y la atención hasta la toma de decisiones y la
creatividad, contribuyendo así a un cerebro más saludable y eficiente.
- Mejora de la memoria espacial. Navegar por el entorno y
recordar puntos de referencia y rutas fortalece la memoria espacial. Con ello,
se mejora la capacidad de recordar ubicaciones y de organizar información
espacial.
- Estimulación de la atención y la
concentración. Seguir
mapas y estar atento a señales y pistas en la naturaleza requiere un alto nivel
de concentración. Esto ayuda a desarrollar la capacidad de mantener la atención
sostenida y reduce la fatiga mental, mejorando la eficiencia y la productividad
en tareas que requieren concentración prolongada.
- Desarrollo de la toma de
decisiones y resolución de problemas. En los ejercicios de orientación, se deben tomar
decisiones sobre la mejor ruta, evaluar riesgos y resolver problemas
inesperados en el camino. Con ello, se fortalecen las habilidades de toma de
decisiones y resolución de contratiempos.
- Fortalecimiento de la
flexibilidad cognitiva. Adaptarse
a los cambios en el entorno y ser capaz de recalcular la ruta cuando surge
algún imprevisto mejora la capacidad de cambiar de perspectiva y adaptarse a
nuevas situaciones rápidamente, una habilidad crucial en entornos laborales
dinámicos.
- Reducción del estrés
cognitivo. Los
ejercicios de orientación en la naturaleza permiten disfrutar del entorno.
Además, su componente físico ayuda a reducir el estrés y la ansiedad.
- Mejora de la memoria de
trabajo. En
las actividades de orientación, hay que ser capaz de hacer varias tareas al
mismo tiempo, como leer un mapa, observar el entorno y planificar los
siguientes movimientos. Esto ayuda a mejorar la memoria de trabajo, que es la
capacidad de mantener y manipular información a corto plazo.
- Aumento de la
neuroplasticidad. Al
exponer el cerebro a nuevos y variados estímulos en la naturaleza para poder
orientarse, se promueve la neuroplasticidad, que es la capacidad del cerebro
para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales.
- Estimulación de la creatividad. La orientación supone un
reto creativo, ya que obliga a resolver problemas y encontrar rutas no
convencionales. De esta manera se potencian la creatividad y la innovación.
- Mejora de la función
ejecutiva. Saber
orientarse exige planificar rutas, priorizar tareas y ejecutar estrategias en
tiempo real. Esto ayuda a fortalecer la función ejecutiva, que incluye
habilidades como la planificación, la organización, la gestión del tiempo y el
autocontrol.
- Incremento del bienestar
emocional. La
actividad física en entornos naturales aumenta la liberación de endorfinas y
serotonina. Estas hormonas mejoran el estado de ánimo y el bienestar emocional,
lo que indirectamente beneficia la función cognitiva al crear un entorno mental
más positivo y receptivo al aprendizaje.
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