25/03/2025

Sucesos

Un mes del crimen de Kim Gómez: el caso que reaviva el debate sobre la edad de imputabilidad

La niña murió tras ser arrastrada durante 15 cuadras por dos adolescente que le robaron el auto a su mamá.


A un mes del brutal asesinato de Kim Gómez, la niña de 7 años que fue arrastrada durante 15 cuadras en La Plata, el caso sigue generando conmoción y ha puesto nuevamente en el centro de la discusión la baja de la edad de imputabilidad y el aumento de menores en la delincuencia. El hecho, ocurrido la noche del 25 de febrero, marcó un antes y un después en la ciudad y en el análisis de la seguridad pública.
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Todo comenzó cuando Kim y su madre, Florencia, estaban a bordo de un Fiat Palio rojo detenido en un semáforo en la esquina de 25 y 72. Dos delincuentes menores, de 17 y 14 años, aprovecharon el momento para robarles el vehículo de manera violenta. Sin embargo, el robo no fue el final de la tragedia: Kim quedó atrapada dentro del auto y los ladrones huyeron con ella. En medio de un escenario desgarrador, Florencia vio cómo su hija caía al asfalto y era arrastrada durante 15 cuadras, un hecho que le provocó la muerte.

La niña murió tras ser arrastrada durante 15 cuadras por dos adolescente que le robaron el auto a su mamá.

Horas después, los responsables fueron detenidos gracias a que el padre de uno de ellos los entregó a la Policía. El mayor, de 17 años, cumple prisión preventiva por 180 días, mientras que el menor, de 14, permanece en un instituto de máxima seguridad a la espera de una resolución judicial. La jueza María José Lescano determinó que ambos son responsables del robo y el crimen: el mayor como autor directo y el menor como coautor.
El caso ha reabierto el debate sobre la edad de imputabilidad, un tema en el que el Gobierno nacional busca fijar un mínimo de 14 años. Además, pone en evidencia el creciente involucramiento de adolescentes en hechos delictivos, especialmente en La Plata, una de las ciudades de la provincia de Buenos Aires con mayor incremento en este tipo de casos.
Florencia y Marcos, los padres de Kim, insisten en que este crimen debe convertirse en un símbolo para impulsar medidas que frenen el ingreso de los menores en la delincuencia. Entre el dolor y la impotencia, exigen justicia y cambios estructurales para evitar que tragedias como esta se repitan.

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