24/04/2025
No hubo procesiones ni banderas a media asta, pero en los márgenes de Buenos Aires se sintió el golpe: murió el Papa que se animó a pedir perdón, que habló con los migrantes, que escuchó a los pueblos originarios americanos y que puso el cuerpo donde otros solo levantan el dedo. Hoy, los que casi nunca tienen voz, lo despiden con la suya.
Por
Melina Schweizer
La muerte de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, no sólo marca el cierre de un pontificado: reaviva gestos y silencios que atravesaron el corazón racial, político y espiritual de América Latina. En Buenos Aires, donde habita una sociedad profundamente atravesada por la migración, la afrodescendencia y la diversidad de credos, su partida se sintió cerca. No hubo misas ni actos oficiales en su nombre, pero sí palabras íntimas, respetuosas y contundentes desde quienes históricamente quedaron fuera del altar.
En los testimonios de Pedro Mallorca, babalorixá afroreligioso; Jackson Jean, activista haitiano; Alejandra Egido, artista cubana-argentina; y Bartolo Santana, referente de la comunidad dominicana, emerge una imagen de Francisco que no es institucional ni sacralizada, sino profundamente humana. Fue un Papa que se animó a pedir perdón por el genocidio cultural contra los pueblos originarios, que promovió el diálogo interreligioso y que tendió puentes con los sectores más relegados.
Alejandra Egido, artista cubana-argentina y Bartolo Santana, referente de la comunidad dominicana.
Un Papa que habló con los márgenes
Las paredes de casas comunes, en los barrios porteños y en los pasillos donde resisten las comunidades migrantes, afrodescendientes, o practicantes de religión de matriz afro el impacto fue íntimo. Doloroso. Personal.
"No era uno más. Era un Papa que entendía que la fe no se reza solo en latín", resume Pedro Mallorca, babalorixá del Ilê Asé Osun Doyo, al reflexionar desde su práctica religiosa afroamericana. Francisco, dice, fue una figura abierta al diálogo interreligioso, alguien que no temió acercarse al sincretismo y que supo valorar el respeto mutuo entre cosmovisiones. "En Bahía, muchas festividades afro comienzan con una misa. Eso, acá, algunos todavía no lo entienden", explica.
Desde su rol como guía espiritual, Mallorca reconoce el gesto de Francisco hacia los pueblos originarios al pedir perdón por el genocidio cultural. "Faltó el reconocimiento formal, pero fue un comienzo. Fue importante que se escuchara esa palabra desde el Vaticano", analiza. Y agrega: "Yo lo sentí. Y mi familia también. Su muerte duele. Fue un Papa cercano, respetuoso con todas las creencias, incluso con las nuestras".
La comunidad cubana en Buenos Aires también expresa su pesar por la muerte del Papa
Alejandra Egido, cubana-argentina, actriz y directora de Todo En Sepia, Asociación de Mujeres Afrodescendientes en Argentina, lo dice sin rodeos: "La muerte de un buen ser humano da mucha pena". No lo dice desde un lugar religioso, sino humano. "La cantidad de personas que lo despiden desde tantos rincones del mundo lo prueban", agrega.
Para ella, que un papa latinoamericano e hijo de inmigrantes haya ocupado el Vaticano fue un hecho político. "Después de 500 años, que alguien como él llegara ahí es la prueba de que lo que construyó la izquierda no fue en vano. Es muy fuerte", subraya.
De Haití a Buenos Aires: una comunidad que reza y recuerda al Papa
Jackson Jean, activista haitiano e integrante del Programa UNIAFRO de la UNSAM, confirma que la comunidad haitiana en Buenos Aires -aunque disminuyó drásticamente en los últimos años- recibió la noticia con pesar. "Francisco no fue solo un líder espiritual. Fue una voz ética, pastoral, que abrazó la causa migrante", señala.
Recuerda su impacto concreto en políticas migratorias regionales más humanas y en el fortalecimiento de redes católicas de apoyo. "Gracias a su visión, organizaciones como Cáritas o el Servicio Jesuita para Migrantes pudieron sostener a quienes más lo necesitaban. Promovió una teología del encuentro que ayudó a resistir y a construir comunidad", explica. Y concluye con una frase que resume el sentimiento compartido: "Su muerte nos toca profundamente. Se va un defensor que nunca se olvidó de los afros y de los migrantes".
Pedro Mallorca, babalorixá afroreligioso.
Se une al luto por la muerte del Papa: comunidad dominicana en Buenos Aires
Desde la comunidad dominicana, el ingeniero Bartolo Santana, presidente de la Asociación Civil Dominicanos Unidos en Argentina, lo resume así: "Hasta los que no son católicos están de luto". Para él, Francisco fue una figura cercana, que trató de mediar en los grandes conflictos que hoy aquejan al mundo, defendió a América Latina y dejó una huella imborrable. "Escuchar anécdotas de cuando vivía en Argentina me genera muchas emociones encontradas. Lo tuvimos tan cerca... y tan lejos", dice con la voz entrecortada.
Para Santana, su mayor virtud fue la empatía. "Su discurso le llegaba al corazón a todos, incluso a quienes no iban a misa. Por eso se lo llora en todas partes".
El silencio que deja un gesto
No hubo misas especiales ni procesiones. Tampoco actos oficiales. Pero las palabras están. La memoria está. El reconocimiento sincero está. En la ciudad que lo vio nacer y entre quienes más valoraron su humanidad, la muerte del Papa Francisco deja una certeza: fue el Papa de los olvidados. Y ellos no lo olvidan.
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