14/11/2024
En la portada, un rostro de una mujer con los ojos cerrados, como si pudiera mirar para adentro. Celeste. Amarrillo. Rojo intenso, algo de blancos para iluminar El cuadro ilustra, no sólo introduce la historia sino que anticipa que la lectura será una obra de arte. Hablar de una misma. ¿Acaso un autorretrato es capaz de plasmarla a una?
Desde la tapa, Cecilia Epszteyn nos presenta una experiencia sensorial y personal. Como el primer plano en cine, la imagen nos acerca. Mientras que también oscila en el juego que ofrece la ficción: permitir que conozcamos vivencias que no nos pertenecen. Vestida de Espía es una autoficción de la escritora, donde relata en primera persona las vivencias de Alicia a lo largo de los años en una búsqueda de su diagnóstico y de su propia identidad. El trastorno de bipolaridad atraviesa en la cotidianidad de la protagonista como así también la relación con su entorno más cercano.
'Uno
no es responsable de la enfermedad mental, pero lo padece como si lo
fuera', señala Alicia, para hablar de la mirada desde afuera que se tiene
de las enfermedades mentales y lo difícil que es separarlas de otras
enfermedades, sino que se estigmatizan y juzgan.
En
la novela, Cecilia describe un episodio frente a la televisión. Alicia escucha
a un periodista que califica a manifestantes como «enfermos mentales», como si
fuera un insulto. '¿Cómo pretender que no nos autoestigmaticemos, que no
nos de vergüenza? ¿Que no reneguemos a la medicación?', se pregunta.
'El trastorno, gracias a la medicina, tiene principio y final. La etiqueta
no', manifiesta.
'La
bipolaridad no es un tema opinable a mi entender', reafirma la artista en
diálogo con Filo.news. Como cada 30 de marzo, se conmemora el Día Mundial del
Trastorno Bipolar con el objetivo de brindar información, desestigmatizar. Sus
páginas en cambio, son el relato logrado de cómo el desquicie habita en nuestra
cotidiandidad y acerca un relato amoroso, que abraza.
'Es un trastorno psiquiátrico que debe ser diagnosticado por un profesional de la salud y con el tratamiento correcto se puede llevar adelante una vida totalmente normal. El capítulo 11 expresa los pensamientos de Alicia, la protagonista, dejando plasmado su sentir hacia el diagnóstico, y la imposibilidad que representaba para ella aceptarlo, lo desagradable y odioso que era hasta el nombre del trastorno, la palabra: bipolar. Esto la llevaba a colocarse en un lugar de auto-estigmatización, porque ella antes que nadie replicaba los prejuicios de la sociedad que hacen de la salud mental un tema tabú. Hace 10 años, época en la que se sitúa la novela, estos prejuicios estaban aún más arraigados que ahora', expresa.'Entonces no fue que me senté a escribir sobre mí, sino desde mí', cuenta la autora, que si bien se basó en experiencias de su propia vida, luego dejó que el personaje de Alicia tomara su propia voz y su propio camino. 'La novela muestra que a cualquiera le puede pasar de enfermarse de un momento a otro y que su vida se vea afectada. En ese sentido, la salud mental funciona como un personaje más', Cecilia Epszteyn.
Si
bien la lectura del libro es ágil, tiene un ritmo vertiginoso, y según la
palabra de la autora 'algunos de los episodios resultan muy fuertes para el
lector, es una lectura intensa, por eso introduje capítulos cortos, buscando
también armonizar y que hubiera silencios que contrastaran y otorguen
equilibrio. Los espacios en blanco de las páginas en los capítulos más cortos
funcionan un poco así, como momentos de calma donde respirar un poco de la vorágine
de la vida acelerada de Alicia'. En
palabras de la autora, la historia de su protagonista 'está atravesada por
el diagnóstico de bipolaridad que sufre y le cuesta aceptar, más las manías que
interrumpen su vida constantemente y las depresiones que la invaden una vez que
terminan esas manías'. El detalle en la descripción de esos momentos
adentra al lector en el interior de su cabeza, lo que piensa, siente y
exterioriza, y las dificultades que le genera esta enfermedad, tanto en los
lazos que intenta construir, como en sus estudios y sus trabajos. Todo en su
vida se ve resquebrajado por las crisis maníacas y espero que exponer este
sufrimiento contribuya a generar una mayor empatía', destaca.
De
este modo, la autora ofrece una narración íntima, frenética, como la vida en la
ciudad de la furia que no descansa, y que tiene una de las vidas nocturnas
culturales más activas de Latinoamérica. Una escritura despojada, a flor de
piel (como sus emociones, sus vínculos y relaciones) y que ya que citamos a
Cerati, garantiza en carne y letra propia que sacar belleza del caos es virtud.
¿Qué barreras y
tabúes sentís que rompe el libro al hablar de salud mental?
Creo
que si bien sigue siendo un tema bastante tabú, durante la pandemia la gente
sufrió todo tipo de trastornos de ansiedad, depresión y se empezó a hablar más
de la salud mental. Igualmente sigue habiendo una tendencia hacia la
estigmatización de este tipo de padecimientos y sería bueno que la sociedad
tomara conciencia sobre cómo se abordan estas problemáticas, cómo se utilizan
las palabras y los contextos en los cuales se dicen. Lamentablemente aún
escuchamos de manera peyorativa palabras como bipolar, esquizofrénico o sin ir
más lejos mogólico; pero no escuchamos insultos como diabético, hipertenso o
'tenés colon irritable'. Pareciera que la salud mental fuese una entidad
aparte, separada de la salud. ¿Cómo hacer entonces para cruzar este abismo que
separa las enfermedades 'normales' de las de salud mental? ¿Cómo generar esa empatía?
Desde
ese lugar, intenté con este libro, transmitir el punto de vista de una joven
con la que las lectoras pudieran identificarse ya que Alicia tiene muchas otras
cualidades además de padecer este trastorno. Es una joven, judía, artista
plástica, rubia, acomplejada, palermitana, enamoradiza, familiera, como yo y
muchas otras personas, y la novela muestra que a cualquiera le puede pasar de
enfermarse de un momento a otro y que su vida se vea afectada. En ese sentido,
la salud mental funciona como un personaje más.
¿Qué fue lo más
sanador y lo más doloroso de escribir (te)?
La
escritura y el arte en general son de las mejores herramientas que existen para
exorcizar nuestros demonios, ¿no? Luis Mey dice: «hay que hacer oro con la
basura». El acto de escribir siempre ayuda a trascender, tomar distancia, reírse un poco de uno mismo,
y aunque el libro tenga momentos muy dolorosos, en ningún momento sentí
angustia cuando me senté a escribirlo, más bien lo contrario, fue una
experiencia que disfruté mucho.
En varias partes, a
través del personaje Alicia contás la intención de escribir un libro, ¿recordás
cómo fue la decisión de escribirlo?
Como
el libro está escrito en primera persona me pareció un recurso interesante
desde el punto de vista narrativo que la protagonista, a medida que transcurrían
sus peripecias, manifestara su deseo de escribir un libro. De esa manera el
lector puede interpretar que está leyendo el mismo libro del que habla ella,
una suerte de obra dentro de la obra. Lo mío fue diferente, si bien mi
recorrido artístico desde siempre estuvo vinculado a las artes plásticas, la
decisión de escribir esta novela pasó por sentir que tenía una historia para
contar.
Hablar de tu
historia personal, ¿cómo fue el proceso de escritura y con qué desafíos te
encontraste?
El
proceso de escritura comenzó en 2018, en talleres literarios donde fui llegando
a la primera versión del manuscrito - bien distinta a lo que se puede leer en
la novela hoy- incluso el título era otro. Ese proceso duró un poco más de dos
años; pero cuando la di a leer, me di cuenta de que no estaba terminada.
Finalmente en el año 2021, tomé clases con Luis Mey, quien me ayudó a trabajar
mucho más sobre el texto, me sugirió autores que desconocía y fui afinando la
mirada.
Sí
fue un desafío, y me requirió mucho trabajo en terapia y meditación, fue la
publicación del libro. Me generaba miedo el qué dirán, o que las personas se
confundieran y me asociaran al personaje. Lo que me ayudó a tomar la decisión
de publicarlo fue darme cuenta de que el texto va más allá de ellos y de mí:
soltarlo, que circule y que le llegue a quien tenga que llegar.
¿Cómo fue sentarte
a escribir sobre vos y elegir qué episodios contar?
Creo
que en el arte, y en la literatura ocurre que muchas veces los novelistas toman
algo de sus propias vidas para escribir sus libros, y esto no necesariamente
implica que sean autobiografías. Entonces no fue que me senté a escribir sobre
mí, sino desde mí. El libro es una historia de ficción en primera persona, o
autoficción, porque parte de mi experiencia, pero está narrada desde la voz de
Alicia. La propia definición de la palabra ficción significa invención.
Enmarcar la novela dentro de la autoficción, es una forma de ser honesta acerca
de que se escribe desde la propia experiencia. Pero una vez que empecé a
escribir y encontré el tono de la trama, la voz, las anécdotas y los
personajes, la historia mutó, se distorsionó y la ficción se alejó de mi vida
para encontrar su propia especificidad.
Alicia
tiene más que ver con una yo del pasado, una Cecilia de veinticuatro años que
se llevaba el mundo por delante, donde la búsqueda de la propia identidad, y de
un amor romántico eran centrales. Entonces sí, jugué un poco con ese recuerdo
de la chica de veinte años que fui, usando recursos literarios como la
hipérbole que alimentaron la escritura exagerada para enfatizar también la
desfachatez de la personalidad de Alicia a la que también le sumé situaciones imaginarias
o que le ocurrieron a personas de mi entorno.
En la novela el
arte (música, pintura, escritura y el teatro) tiene un valor destacado y
convive más allá del diagnóstico, ¿qué representa para vos?
Creo que el arte es una manera que tenemos los seres humanos de hacer la vida un poco más llevadera, liviana, digerible, de procesarla, contemplarla y analizarla en sus multiplicidades. De encontrarle sentido y belleza incluso a las experiencias más duras y difíciles. Acceder a la cultura es un privilegio y gracias a mi educación artística siempre se me fomentó ese interés. Disfruto de contemplar obras en museos, leer, escuchar música o mirar una película. Entonces también le imprimí esa característica a la protagonista. Pepe Cáceres, uno de mis maestros de pintura, solía decirme que los artistas somos los que buscamos consuelo de lo eterno en medio de la fragilidad de todas las cosas.
El título de la
novela es metafórico, ¿qué significado le das?
Sí,
tal cual, es metafórico. Por un lado habla de una voz femenina, ligada a un
disfraz o a una mujer que se disfraza, que no es ella. Ni siquiera los espías
se visten de espías, la idea es bastante absurda y hasta cómica. Por otro lado
el verbo vestir lo utilizo bastante en la novela, porque Alicia suele empezar
sus historias contando lo que tenía puesto.
Al dedicarle el
libro a tu familia, ¿cómo fue la recepción del libro para tu entorno?
A
pesar de los miedos que este libro me generó, creo que tuvo buena recepción por
parte de mi familia, amigos, y círculo íntimo. De hecho varios lectores me
sorprendieron para bien con sus devoluciones, y tal vez de prejuiciosa yo ya
pensaba que no les iba a gustar. Igualmente como dije antes, la decisión de
publicar el libro tuvo más que ver con llegar a otro público, que la novela
encuentre a sus lectores.
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