25/09/2024
Sistema de proveedurías en la mira de las autoridades.
Por
Gabriel Lezzi, abogado penalista
Los
últimos nueve meses en materia penitenciaria han transcurrido de manera
vertiginosa. Aun
en el vértigo, la gestión emprendida a partir del cambio de gobierno y en
consecuencia de autoridades en la materia, se ha dado con un claro y nítido
direccionamiento que ha permitido surfear con éxito, las consecuencias del
cambio que, por otra parte, justo es decirlo, se encuentra en pleno desarrollo.
La
estrategia fue (es) clara, recuperar el control carcelario para pivotear desde
allí, las medidas necesarias de manera articulada y coordinada con el resto de
las fuerzas de seguridad y policiales que, a nivel nacional, operan en este
nuevo escenario que afecta al mundo y particularmente a la región: la irrupción
violenta del crimen organizado, con sus características y particularidades
disruptivas para la seguridad pública y la vida en sociedad.
Medidas
desacertadas tendientes a homogeneizar la realidad carcelaria habían convertido
la seguridad penitenciaria, poco menos que en una práctica ilegal, en un
oxímoron que cercenaba la libertad de las personas que se encontraban
(precisamente) privadas de la libertad.
Esta
forma de interpretar la política penitenciaria, en contexto, fue la alfombra
roja que tapizo el camino para que las bandas criminales de estructura compleja
comenzaran a desarrollar (detrás de los muros de las prisiones), sus
estrategias operativas que iban desde el reclutamiento de nuevos integrantes a
través del proselitismo criminal, la planificación de nuevos hechos y el
control de su ejecución, la gestión económica del producto de la actividad
ilícita, pasando por la disputa del territorio y poder, llegando al paroxismo
de desafiar al estado a través de prácticas terroristas como fueron los
homicidios random ordenados desde la prisión.
No fue magia, la falta de ESTADO dentro de los establecimientos Penitenciarios, logro la torsión del concepto de cárcel prisión al de cárcel bunker. Sus consecuencias fueron letales. Entre los años 2020 y 2023 se registraron por primera vez en nuestro país, muertes violentas de personas ordenadas desde las cárceles la mezcla entre presos por falta de categorización en función de riesgos, genero la planificación de fugas de lideres de bandas criminales y fugas aun no esclarecidas de integrantes de esos grupos que, por falta de Inteligencia Penitenciaria, se alojaban en lugares no preparados para contener internos de tales características. La fuga de "caníbal" LAFERRARA de la ex cárcel de devoto (hoy recapturado) es la materialización de lo expuesto.
SITUACION
ACTUAL
El
Servicio Penitenciario Federal como cabeza del Sistema Penitenciario Nacional,
ha logrado reencausar su actividad retomando la gestión activa de la seguridad
y control sobre los establecimientos de su jurisdicción y por acción coordinada
del COFEPE (Consejo Federal Penitenciario), ha sumado a la mayoría de las
provincias a la gestión de sus espacios de encierro en la lógica del control de
las actividades de su población penal, sobre todo a la vinculada a estructuras
criminales del orden local, regional y transnacional sin renunciar a misión de
reinsertar socialmente a los condenados a penas privativas de la libertad.
La
creación y puesta en marcha del Sistema Integral de Gestión para Personas
Privadas de la Libertad de Alto Riesgo en el Servicio Penitenciario Federal, a
través de la Resolución 35/2024 del Ministerio de Seguridad de la Nación y su
similar de la Provincia de Santa Fe, a través de la promulgación de la nueva
Ley de ejecución penal 14243, en la que se prescriben las normas de trato para
internos de alto perfil, son hitos en este esfuerzo por neutralizar el accionar
de la criminalidad organizada y sus resultados, son mensurables en logros tales
como la ostensible baja de muertes violentas registradas en uno de los
epicentros de la actividad de estas organizaciones, Rosario y su zona de
influencia.
Sin
embargo, quedan muchas cuestiones por revertir en las que las autoridades se
encuentran trabajando. La construcción y pronta puesta en marcha de nuevas
plazas de alojamiento de internos servirán para descomprimir la incipiente
sobrepoblación penal que se registra a nivel Federal y colateralmente
descomprimirán la situación de las fuerzas policiales y de seguridad cuyos
detenidos deberían ser recepcionadas por el S.P.F.
En
esta lógica uno de los principales desafíos a los que se enfrenta el SPF es el
control de su economía informal, y dentro de esta, encontrar el correcto
funcionamiento de sus sistemas de proveedurías o cantinas internas, dado que
cuenta con un servicio completamente desintegrado, desestructurado y
parcialmente autónomo de proveedurías de comestibles e insumos varios, para
usufructo de los internos alojados en las Unidades de su jurisdicción, de las
personas que concurren a las unidades en calidad de visitantes de internos en
cualquiera de sus variantes (familiares, amigos, allegados, curadores, abogados
defensores, apoderados, etc.), e incluso del propio personal penitenciario.
Dicha actividad no es nueva ni reciente en el ámbito del SPF; este servicio se encontraría operativo de la misma forma que en la actualidad, al menos en los últimos 40 años, con algunas variantes menores, siendo estas la ampliación de ciertos licenciatarios que explotan este tipo de proveedurías en Unidades del interior, donde la particularidad siempre ha sido que el personal penitenciario se encargaba de comprar los "pedidos" que al menos una vez por semana, a través de un simple solicitud de mercaderías e insumos de elementos permitidos para su uso en la cárcel, efectuarían los internos.
ECONOMIA
INFORMAL - NEXO NECESARIO:
La
cárcel a pesar de ser un ámbito que se presume de control total por parte del
estado no ha podido evitar a lo largo de su historia, que los elementos
prohibidos reglamentariamente y aún más, aquellos cuya tenencia y
comercialización configura un delito, circulen en su interior.
Muchos
de esos productos prohibidos, para vulnerar la seguridad Penitenciaria, cuentan
con el auxilio inestimable de personal Institucional infiel, que es cooptado
por diversas estructuras delictivas (procedimientos de Asuntos Internos SPF han
logrado la detención de personal Institucional involucrado en causas con
organizaciones narco criminales ), quienes para completar el "circuito negativo
de la gestión prohibida", podrían utilizar o utilizarían los servicios de
algunas personas vinculadas a las proveedurías, para convertir en dinero el
producto de los elementos prohibidos. Este fenómeno se inscribe en la economía
informal de los establecimientos carcelarios.
Algunas
fuentes dan cuenta, que acorde a la logística requerida para ingresar y
distribuir estos elementos prohibidos, el valor de estos se multiplicaría por
siete, al costo que dichos elementos registran en la calle.
Parte
de las concesiones actuales habrían sido otorgadas mediante un mecanismo de
excepción que, si bien no sería ilegal, por su extensión e implicancias,
contexto y potencialidad, ciertamente no sería legítimo y mucho menos
aceptable.
A
los efectos de subsanar la anarquía imperante que en muchos casos vulneraba la
seguridad Penitenciaria, las actuales autoridades se encontrarían en pleno
desarrollo de una estrategia de reconversión sistémica, la que contemplaría un
amplio llamado a licitación de empresas proveedoras o supermercadistas a
quienes les interese este tipo de servicio (que constituye un legítimo
negocio) a los efectos de neutralizar el esquema de dispersión de
prestadores, cuya amplitud y diversidad ha complejizado la función de
control y contralor de estas actividades, poco conocidas pero verdaderamente
sensibles en el entorno penitenciario.
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