08/12/2024
Las fuerzas lideradas por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) tomaron las calles de Damasco y obligaron al líder a huir del país de Medio Oriente con rumbo desconocido. Esto marca el fin de una era, ya que la misma familia gobernaba desde la década del 70.
En un hecho que marca un punto de inflexión en la historia reciente de Medio Oriente, las fuerzas rebeldes tomaron esta madrugada del 8 de diciembre de 2024 la ciudad de Damasco, poniendo fin a más de cinco décadas de dominio de la familia al-Assad en Siria.
Liderados por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), los insurgentes aprovecharon un contexto de debilitamiento del régimen, provocado por la falta de respaldo de aliados clave como Rusia y por movimientos estratégicos de actores regionales como Turquía.
Este evento, que se desarrolla en un escenario de complejas implicancias políticas y humanitarias, deja a Siria ante un futuro incierto tras años de guerra civil devastadora. A continuación, se detalla cómo se desarrollaron los hechos y cuáles son las primeras consecuencias de esta ofensiva que cambió el panorama del conflicto sirio.
Las calles de Damasco, una ciudad cargada de historia que se remonta a milenios, se convirtieron en el epicentro de este cambio político. Las fuerzas rebeldes, encabezadas por HTS, ingresaron a la capital en una ofensiva que puso de manifiesto la fragilidad del régimen de Bashar al-Assad.
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La falta de respaldo militar de Rusia, uno de sus principales aliados, resultó ser un factor clave en su colapso. Además, la inminente llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos influyó en la dinámica geopolítica, ya que Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, había admitido públicamente su apoyo a los rebeldes.
Bashar al-Assad, líder de un régimen que había mantenido el poder en Siria durante más de cinco décadas, huyó a un destino desconocido.
La ofensiva rebelde no fue un hecho aislado, sino el punto culminante de una serie de avances estratégicos cuidadosamente planificados. Días antes, HTS y sus aliados habían iniciado una campaña coordinada desde su bastión en la provincia de Idlib, avanzando rápidamente hacia el sur.
Fin de una era. Una imagen de Bashar al-Assad atacada a tiros en Damasco (Foto: agencia AP).
La captura de Homs, una ciudad clave en el centro de Siria, fue un golpe decisivo que dejó abierta la ruta hacia Damasco. La velocidad con la que se sucedieron los acontecimientos militares dejó en evidencia la dependencia del régimen de Assad del apoyo externo, principalmente de Rusia e Irán, para mantener su control.
La caída de Damasco pone fin a una era que comenzó en 1970, cuando Hafez al-Assad, padre de Bashar, asumió el poder mediante un golpe de Estado. Durante su gobierno, Siria se consolidó como un actor crucial en la política de Oriente Medio, aunque a menudo a costa de una represión interna severa. En el año 2000, Bashar al-Assad asumió la presidencia con promesas de reformas que nunca se concretaron plenamente.
En 2011, la Primavera Árabe desencadenó protestas masivas en el país, que fueron brutalmente reprimidas, derivando en una guerra civil devastadora que dejó cientos de miles de muertos y desplazados.
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Tras la entrada de los rebeldes en la capital, Damasco vive una mezcla de euforia y caos. Miles de prisioneros políticos han sido liberados, y los símbolos del régimen anterior están siendo destruidos. Sin embargo, persiste una gran incertidumbre.
La comunidad internacional observa con cautela, consciente de que la caída de un régimen no asegura una transición pacífica. Aunque las facciones rebeldes comparten su rechazo a Assad, sus objetivos diversos podrían complicar la formación de un gobierno estable.
Para muchos sirios, el fin del régimen de Assad representa una esperanza tras años de sufrimiento. Sin embargo, para aquellos que se beneficiaban del sistema anterior, el futuro es incierto. La infraestructura de la ciudad, ya debilitada por años de conflicto, está al borde del colapso, y la necesidad de asistencia humanitaria es más urgente que nunca.
El destino de Siria queda ahora en manos de un complejo entramado de intereses internos y externos que determinarán si este cambio es el inicio de una nueva era o simplemente el preludio de más conflictos.
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